domingo, 18 de diciembre de 2016

Rosas amarillas

- Te  encuentras bien? - me preguntó sin dejar de mirarme
Llevábamos  un rato sentados en aquella cocina impregnada ya del agradable aroma a café y churros recién hechos.
Me sentía incómoda, nerviosa.
Un montón de conversaciones preparadas para cuando llegase un momento como aquél y ahora las había olvidado..
¡¡ Torpe quinceañera enquistada en un cuerpo de mujer madura...!!
Esa era yo..
Notaba sus pupilas clavadas en mí, su ingenua sonrisa, su olor...
Intenté no pensar
Él  no había venido por mí...no era mi momento.
Quería  saber de ella, de su niña, de Celia.
Por eso estaba ahi, compartiendo mi desayuno, esbozando historias, alterando mi sensatez...Sólo por eso...No debía olvidarlo..
- No me comentaste qué tal tu conversación con ella...
Dije sin intentar siquiera responder a su pregunta.
- Ya..no fue muy bien, la verdad...yo estuve torpe, no supe ponerme en su lugar...no supe escucharla
Le miré lo justo para saber que no mentía.
- Nunca es fácil  hablar  con una adolescente...y menos en su situación - añadí tratando de aliviar su carga- no tienes que culparte por eso
- Es que soy un cabrón..
Mantuve la humeante taza en mis labios intentando que aquella evanescente cortina me ayudase a encontrar las palabras justas para una situación como esa.
Normalmente se me daba bien eso de dar consejos. Lo hacía a diario.
Pero con él no me funcionaba.
- Yo no te veo así, la verdad...y no me parece justo que te castigues por algo que no hiciste..
Era la verdad. Al menos , la verdad sobre lo poco que yo conocía...
- No tienes ni idea, Andrea, ni idea...
Se puso de pie y se quedó junto a la ventana, con la mirada perdida en las hojas casi muertas de las plantas de mi jardín.
La jardinería, y los sentimientos, nunca habían sido lo mío.
Pequeñas flores amarillas brotaban de una de las inseguras ramas del rosal que habia plantado semanas atrás.
Quizás no todo estaba perdido conmigo...

domingo, 11 de diciembre de 2016

Una visita inesperada

Notó algo clavándose en su costado.
Abrió los ojos intentando frenar el destello de aquella luz que amenazaba con taladrarle las pupilas.
De repente se acordó . 
A su lado, aún dormida, estaba Celia. 
Intentó moverse despacio, para no despertarla. Había sido una noche dura para ella...
No pudo evitar sentir pena.
Aquella niña con fachada de rebelde, no era más que eso. Una  niña.  
Y estaba asustada.
Las pesadillas se estaban repitiendo demasiado.
La tapó con la colcha y bajó las persianas intentando no hacer ruido.
La dejaría dormir.
El sonido del móvil la asustó . Siempre se le olvidaba quitarle el sonido por la noche.
Bajó  las  escaleras lo más deprisa que pudo y cogió la llamada sin tiempo a mirar el número dibujado en la pequeña pantalla.
-Si? - susurró...
- Andrea?. Estás ahí ? 
- Sí, si..dime
- Perdona que te llame a esta hora...te he despertado?
Andrea suspiró y buscó la hora en el reloj colgado en la pared de la cocina. Apenas pasaban unos  minutos de las ocho de la mañana...
- No, claro que no...algún problema?
- No, no te preocupes...es que estoy cerca de tu casa y me preguntaba si podía pasarme y desayunar con vosotras..
Aquello no se lo esperaba.
- Andrea?? - repitió la voz al otro lado del teléfono 
- Si, perdona...no hay ningún problema...pero Celia sigue dormida..
- Bueno, no pasa nada...asi podemos hablar ...
- Vale...voy preparando café . ..
Cinco minutos después , llegó  Carlos sujetando una enorme bolsa de churros. Apenas le había dado  tempo a quitarse el  ridículo pijama de Mickie mouse y adecentarse  un poco. ..
" Por qué en las peliculas todas las protagonistas estaban perfectas recién levantadas y ella, en cambio, tenía un aspecto tan...descuidado?"
- Buenos dias - le repitió mientras colocaba un par de tazas sobre la mesa - a qué se debe esta sorpresa?
Andrea no entendía por qué se sentía tan nerviosa..
Aquel hombre siempre le despertaba mariposas en el estómago. 
Y  lo peor, es que parecía que él no se enteraba de nada...


sábado, 3 de diciembre de 2016

Una pesadilla

- Mamá, mamá!!!No te vayas!! Te necesito tanto...
Pero Patricia ya se habia subido en aquel viejo vagón de tren. No podía oirla.
El  sonido ensordecedor de la gente corriendo por los andenes, despedidas, voces por megafonía anunciando próximas salidas...
No.
No podía oirla..
Celia buscó sus ojos perdidos tras los cristales..
No estaban allí.
Un mínimo balanceo de aquel habitáculo le indicó que ya era la hora.
El tren empezó a moverse.
Echó un ultimo vistazo. Lloraba.
De repente, los vió.
Los ojos de su madre eran los más hermosos del mundo. La miraban con dulzura, pidiendo perdón . ..pero se iban...
Y ella sabía  que no volvería a verlos.
Una profunda niebla inundó su dolor y la gente empezó a desaparecer de su lado.
Estaba sola.
A lo lejos, invisible tras aquella espesa cortina blanca, la triste melodía  de un violín sonaba cada vez con más fuerza.
Intentó seguirlo, pero sus pies tropezaban con objetos absurdos que la gente, estúpida , había  dejado olvidados y la hacían  caer una y otra vez.
Sentía humedecidas sus rodillas y las manos.
Intentó explorarlas con miedo a encontrar heridas. Nunca había  soportado ver aquel líquido  rojizo...
Sin embargo, no había  cortes, ni dolor...
Notó cómo el frío empezaba a trepar por sus tobillos mientras sus pies se hundían en aquel fango que no acertaba a ver.
Tenía miedo.
Estiró sus brazos intentando encontrar algo a su alrededor donde poder sujetarse.
La melodía se acercaba cada vez más.
Ella intentó gritar pero no había voz en su garganta. Sentía el latido de su corazón acelerándose e inundando el interior de su cabeza.
Es que no la iba a ayudar nadie?
La humedad le llegaba a la cintura y le inmovilizaba las piernas.
Aquello no pintaba bien...
Unas figuras  empezaron a dibujarse frente a ella.
Celia agitó los brazos...quizás ellos pudieran verla...
No hubo respuesta.
De repente, saliendo de algún lugar, notó cómo alguien la sujetaba por la cintura y tiraba de ella con fuerza para sacarla de allí ...
- Celia...despierta...Celia
Abrió los ojos.
Aquella mujer la observaba con preocupación.
- Estabas gritando...
Celia no pudo evitarlo. Dejó que su cuerpo, aún tembloroso y empapado en sudor,  se resguardara bajo los brazos de Andrea...
Así lo habría querido su madre..

viernes, 25 de noviembre de 2016

Uno no puede querer a su verdugo...


Cerró la puerta tras de sí con la certeza de encontrar sólo oscuridad.
No tenía muchos ánimos para hablar con nadie.
Tampoco había nadie con quien hablar...
Aquella tarde no había sido fácil para él.
Había intentado llegar hasta ella, hasta Celia, entenderla, saber porqué se había roto el lazo que tiempo atrás los había mantenido tan unidos...
Para él, ella seguía siendo una niña.
Su niña.
Se dirigió hasta su dormitorio sin encender la luz. Un camino conocido. Sin obstáculos.
Hacía frío en aquella habitación.
Una tenue luz, se filtraba a través de las rendijas de la ventana.
La cama sin deshacer. Un pantalón perfectamente doblado en aquel antiguo perchero que alguien le regaló mucho tiempo atrás.
Un libro, esperando a ser abierto, acumulaba polvo sobre la mesilla.
Estaba solo.
Se tumbó sobre la suave colcha y cerró los ojos.
Patricia...
Había sido la persona más importante en su vida. Su primera ilusión. Su sueño. Su mujer perfecta.
Se había visto envejecer a su lado..
Pero ella lo obligó a ver la realidad.
Una realidad en la que no podían estar juntos. En la que él no tenía cabida.
Notó el dolor al recordar todo aquello.
Recordó su reencuentro. Sus palabras explicando la inmadurez de su decisión, el error de su abandono.
La vió ahí, preciosa, perdiéndose en sus pupilas. Intentando encontrar el pequeño hilo donde empezar a tejer su esperanza...
Pero no la entendió.
Él había aprendido a protegerse, a ocultar su corazón, a maquillar su inseguridad.
Estúpido.
Unas ruedas desplazándose con prisa por el asfalto le recordaron lo mucho que deseaba mudarse de aquel ruidoso piso.
Siempre la quiso.
Pero uno no puede querer a su verdugo.
O sí?

domingo, 20 de noviembre de 2016

El café. ..

El camarero le sonrió .
Era un chico joven, moreno, ojos profundos y complexión atlética.
Diría que guapo.
Se acercó y le dejó en la mesa su habitual café.
- Hoy vienes sola? - le preguntó recogiendo la bandeja bajo su brazo
- Sí...ya ves...hoy me han abandonado...- dijo intentando disimular el ruido de sus pensamientos.
- Te traigo algo de comer?
El joven, ataviado  con su habitual uniforme negro, seguía observándola  con su media sonrisa.
Alli , en aquel garito del centro del pueblo, se reunia con sus amigas cada viernes al finalizar las consultas. Un pequeño local, moderno y luminoso, como a ella le gustaba, con buenas tapas y, sorprendentemente, buen café .
- No, gracias...está bien así
Recogió unas cuantas migas olvidadas  sobre la mesa y se perdió entre el montón de clientes que, a cualquier hora, llenaban el bar.
A Andrea aún le temblaban las piernas.
No sabía cómo había llegado hasta allí...debía ser cierto  eso de que nuestro cerebro, en determinadas situaciones, activa algún piloto automático...
Cogió el azucarillo y buscó el mensaje.
" Be water "
Curioso...pero cierto.
Le gustaba leer esa especie de galletitas de la suerte que ahora ponían  en todas las cafeterías. Mensajes de esperanza para mentes sedientas de sueños...
Pensó en aquella tarde.
Imaginaba a Carlos, nervioso frente a aquella  muchacha, perdido en una realidad que ninguno  de los dos había imaginado vivir..
Recordaba el cuerpo inmóvil  de la anciana sobre el frio asfalto..
Y sus miedos.
La vida era demasiado breve para todo aquello...dudábamos demasiado, competíamos demasiado...pensábamos demasiado...
Miró la taza de café casi vacía.
Estaba cansada de esperar que los demás moviesen ficba en su tablero.
Tenia que salir de su zona de confort, si es que donde ella estaba podía  llamarse asi, y encontrar su espacio.
No era amante de correr riesgos.
Tendría que cerrar los ojos...y saltar.

domingo, 13 de noviembre de 2016

No se muera...

- Que alguien llame al 061!!! Por favor!!
Volvió a gritar ante la inmovilidad de aquellos seres petrificados que, cada vez más  numerosos, se arremolinaban junto a ella.
- Ya lo he hecho ... - contestó una  voz a su espalda - Están de camino...
Una chica con terror en los ojos se acercó...
- Ayudo en algo?...- dijo mientras se guardaba el móvil en el bolsillo de su vaquero.
Andrea la miró nerviosa...Comprendía muy bien lo que reflejaban aquellas pupilas...
- Necesitamos que venga la ambulancia ya...Pero quédate cerca ...
" Por  dios santo.. esto no puede estar pasándome ...No se muera...Joder...No noto  que respire..."
Andrea palpaba instintivamente el pulso...
" Pulso sí hay...respiración..no...."
Observó la cara de aquella mujer...seguía inconsciente...
"Quizá tenga algo que obstruya la via aérea ..."
Por su cabeza pasaban los algoritmos de RCP que tantas veces había  leído y que, por desgracia para ella, nunca había llegado a poner en práctica.
Siempre había odiado las situaciones de urgencias.
 ! Qué ironía ¡
Introdujo con cuidado su dedo en la cavidad oral y tropezó con una dentadura mal colocada..
" Ojalá sea esto...", pensó mientras la sacaba despacio tratando de no mover el cuello de la anciana.
A lo lejos, el sonido de una sirena.
Acercó su rostro a la boca de la señora y observó su pecho.
No se movía.
Volvió a buscar su latido...seguía ahí ...
Sin pensarlo demasiado aproximó sus labios a los de la mujer...tenía que intentarlo...
Insufló dos veces vigilando el movimiento reflejo de su tórax .
- Hola... qué ha pasado?
Un hombre joven, uniformado con el horrible equipo de urgencias, se había  arrodillado junto  a ella y la miraba con una extraña serenidad.
Andrea le resumió aquellos minutos de angustia y le gradeció al universo la llegada de sus compañeros. Ellos se encargarían de la intubación, de la inmovilización, del soporte y del traslado de aquella mujer...y todo con la precisión de quien sabe lo que hace y lo hace bien.
Respiró aliviada mientras la ambulancia iniciaba la carrera al hospital.
A su lado, en silencio, seguía aquella joven de vaqueros desgastados.
- Muchas gracias..
La chica la miró y esbozó una tímida sonrisa antes de alejarse.
Estaba claro que la vida te podía sorprender en cualquier momento y, últimamente, su vida se estaba llenando de cruces inesperados.
Al menos, en este último, ella había apredido algo...

viernes, 4 de noviembre de 2016

Buscó su latido

Escuchó el sonido de la puerta cerrándose a su espalda.
No terminaba de gustarle aquello. Pero era lo mejor. Al menos, lo mejor para Celia. 
Al fin y al cabo, Carlos había sido como su padre. ..
Qué demonios iba a hacer ahora?
Metió la llave en la pequeña hendidura y la giró con suavidad. 
El sonido del motor inundó aquella cochera repleta de objetos que aguardaban su destino. 
" Cualquier día de estos, tengo que ordenar este desastre..."
Algunas nubes, despistadas, manchaban el cielo de aquella tarde.
Se sentía mal. 
Apretó con fuerza el pequeño botón del volumen...
"Hoy tengo ganas de tiiii..."
Adoraba aquella canción..Siempre tenía ganas de él.
Por qué era todo tan complicado?
Los árboles se desplazaban deprisa y desaparecían esquivos tras los impolutos cristales de su mini.
Aún no sabía donde ir.
Habrían hablado?
La luz roja del semáforo la obligó a detenerse.
Una señora envuelta en harapos empezó a cruzar la calle arrastrando algo parecido a un carro lleno de  mezquindades ajenas. Jóvenes  de uniforme con las miradas perdidas y sonrisas demasiado maquilladas. Un hombre sujetando la mano de un niño luchando por escapar..
De repente, el chirriar de una rueda le incrustó el miedo en las pupilas.
Pasó demasiado deprisa.
Los gritos. El sonido de la embestida. Objetos esparcidos por el asfalto...
Sin tiempo a pensar, se liberó del cinturón y corrió hacia donde aquel cuerpo, contorsionado por el impacto, permanecía inmóvil. Sangre perfilando la extraña figura.
Buscó su latido.
Esperó su respiración.
- Por favor, que alguien llame al 061!!!- gritó con la esperanza de que alguno de los morbosos espectadores reaccionara
Y entonces, bajo el pulpejo de sus dedos, pudo notarlo.
Estaba viva.

viernes, 28 de octubre de 2016

Cómo está?

- Cómo está?
Carlos se sentó en una de las dos sillas destinadas a mis pacientes.
Los enormes ventanales, situados en uno de los laterales de la consulta, permitían que la madrugadora luz de aquella mañana se filtrase por todos los rincones de la habitación, perfilando, casi sin querer, la figura de aquel hombre con aspecto de derrotado.
Tenia los ojos empañados por el cansancio, el pelo enmarañado  y una barba más poblada de lo normal.
No pude evitar sentir cierta pena por él.
- No muy bien...
No pensaba mentirle.
- Aún no me has contado qué ha pasado entre vosotros. ..- añadí
Llevaba días queriendo hacerle aquella pregunta.
Esa niña había irrumpido en mi vida sin pedirme permiso y yo, tan cobarde como siempre, tenía miedo de conocer una realidad que me resultase demasiado dolorosa.
- No hay mucho que contar..
Carlos, con la cabeza hundida entre sus manos, guardaba silencio.
- Está asustada..-continué - casi no habla, se pasa las horas con los auriculares, encerrada en el cuarto, mirando fotos,  leyendo...no sé. ..deberías intentar hablar con ella..
- Es cierto...tienes razón - dijo buscando la aprobación en mi mirada - pero..
Un incómodo silencio empezó a inundar el espacio que nos servía de nexo .
La adolescencia es una etapa demasiado complicada.
Demasiados cambios en tu cuerpo, en tu cabeza, en la percepción del mundo que te rodea y de tu propio cuerpo..
Y además, había perdido a su madre.
De qué otra forma podría estar?
Sería preocupante si estuviese de otra manera...
Eso es lo que yo pensaba.
En parte con firme convencimiento y, en parte, como medida de protección...
- Si quieres, esta tarde vienes a casa..
No me contestó.
Sus pupilas, profundamente oscuras, se perdían en algún lugar de la pared que yo tenia a mi espalda.
- Doña Andrea, perdone, no sabía si había alguien...disculpe - interrumpió una voz desde la puerta entreabierta
Y de nuevo, silencio.
Carlos se levantó y se acercó a mí.
Me sujetó el mechón rebelde detrás de la oreja y me besó en la mejilla.
- Está bien...luego me paso.


viernes, 21 de octubre de 2016

Te he despertado?

Estaba demasiado cansada.
Las últimas noches se las había pasado en vela.
Aquella situación la desbordaba.
Se sentó frente a su taza de café mientras trataba de entender lo que aquella mujer, importada de otra época, comentaba en las noticias de la mañana.
" Por qué le ponían esos vestidos tan poco favorecedores?"
" Si la chica es evidente que tiene un cuerpo de escándalo..
...las dejarán a ellas escoger la ropa?
 ...no, seguro que se la prestan para salir en la tele y ya está. .."
Dió un pequeño sorbo sin dejar de mirar la pequeña pantalla.
Últimamente nunca decían nada bueno.
El país, sin gobierno, se mecía en las turbulencias de una economía internacional que no hacía mas que desangrarlo.
Guerras, desahucios, desastres naturales...
Siempre lo mismo.
Por qué no comentaban algo positivo?
Es que nunca le pasaba nada bueno a nadie?
Miró el reloj que colgaba de una de las paredes de la pequeña cocina.
Casi las siete.
En la televisión, la mujer del vestido desafortunado había desaparecido y un hombre de mediana edad comentaba los últimos resultados del deporte nacional.
- Buenos dias, Andrea
Aquella voz la sobresaltó. No terminaba de acostumbrarse a su compañía.
- Buenos dias, Celia, te he despertado?
Se levantó y recogió los restos del escaso desayuno.
- Quieres que te prepare algo antes de irme? - continuó Andrea intentando no pensar en si habría sido un error aceptar la propuesta de Carlos
- No gracias, ya me hago yo algo...
- Te encuentras bien? -  volvió a preguntar al descubrir los ojos enrojecidos de la muchacha
- Si, si...no te preocupes...es que aún me cuesta un poco dormir..
Con su pijama de Mickie y el pelo luchando por ocultar aquella hermosa y triste mirada, la agresiva adolescente que no hacía mucho se presentó en su consulta, se transformaba en lo que era en realidad.
Una niña perdida en un  mundo que ella no había escogido.

viernes, 14 de octubre de 2016

Y de repente...

La vida, cuando menos te lo esperas, te sorprende.
A veces, para bien...otras...
" Déjate sorprender cada día...".
Eso decían los gurús tan de moda del positivismo y la felicidad. 
Estamos obligados a ser felices. 
A rebuscar entre nuestros escombros esa pieza perfecta que ponga orden en nuestra caótica existencia. 
A aprovechar la caida como punto de apoyo para la ansiada reconversión.
A aprender de los errores.
A salir reforzados de las derrotas...
Me cansaba todo aquello. 
La verdad.
Necesitaba que me dejaran sentir lo que a mi me diera la gana...y si tenía que sentirme mal...pues nada...ya se me pasaría. ..por qué  tenía que sentirme culpable, además, por no saber transformar aquello en una fortaleza?
La cruda realidad era que yo, en esos momentos, con mis cuarenta y tantos, no esperaba encontrarme siendo la madre sustituta de una adolescente resentida y asustada.
Nunca me había planteado ser madre.
Aunque esto era diferente,claro. O, al menos, así lo creí entonces.
- Te importaría que Celia viviese contigo un tiempo? - me soltó de sopetón Carlos aquella mañana en el desayuno - sólo sería temporal, por supuesto, mientras buscamos otra solución...es que ...
Me quedé en silencio, escondida tras mi casi vacía taza de café,  pensando..
- No...claro que no ...- mis palabras, como siempre, se adelantaron a mi razonamiento.
Pero, para ser sincera, poco tenía que pensar.
Carlos, sonriente, intentó colocarme el mechón furtivo detrás de la oreja...
- Mejor así  - dijo cuando logró doblegarlo
Sonreímos.
Sujeté los latidos de mi ingenuo corazón.
- Tengo que confesarte que nunca se me han dado bien las adolescentes...- le dije cuando por fin recuperé el control
- No te preocupes. Celia no va a darte ningún problema...ya la has visto...es bastante autosuficiente para su edad..Además, yo estaré siempre contigo...
No quise oir más.
Me equivocaba?

lunes, 10 de octubre de 2016

Mamá, te echo de menos...

El dia se despertó gris y ventoso. No podia ser de otra manera.
Trajes oscuros y miradas vidriosas se apelotonaban en los desgastados bancos de madera.
Me senté en la última fila. 
No deberia estar allí, pero Carlos me habia pedido que le acompañase y no supe decirle que no. No pude. 
Hacía dias que no era el mismo.
La muerte de Patricia le habia golpeado de forma inesperada. Nunca nos preparamos para algo asi. No podemos predecirlo. 
Nadie puede.
Tampoco se habia despedido de ella. 
La última vez que hablaron sólo hubo reproches, quejas, dolor reprimido...No había podido decirle lo importante que había sido en su vida, lo mucho que la había echado de menos, las veces que se habia dormido con la esperanza de tenerla en sus sueños...
Pero se habia ido...
Y ahora se sentia culpable.
Por qué?
Carlos estaba sentado junto a Celia. Aquella niña con cuerpo de adolescente. Asustada. Enfadada con el mundo y con su madre.
Enfadada por dejarla sola. Por no protegerla. Por no explicarle qué hacer con todo el dolor que la rompia por dentro..
Qué iba a hacer ahora?
Le sujetó la mano y la acompañó al púlpito para que leyese la breve nota que se habia preparado.
Celia miró a su alrededor.
Todas esas personas habían venido por ella..
Dejó que las lágrimas se derramasen una vez más.
Le dolía tanto..
Sacó el arrugado trozo de papel del bolsillo de su pantalón. Su madre merecía algo mejor que sus palabras. Nunca se le dió bien eso de escribir, sobre todo de sus sentimientos.
Pero lo habia hecho...
"  Mamá,
Te echo de menos..."

jueves, 6 de octubre de 2016

De verdad eres tan malo?

Cerró la puerta del apartamento y se encaminó al minúsculo dormitorio.
Necesitaba pensar.
Las cosas no habian salido como ella esperaba...todo lo contrario.
Ella, que llegó preñada de una rabia que no era la suya, ahora se sentía abatida.
Era tan malo aquel hombre?
Desde luego, el Carlos que ella recordaba, no lo era.
Quizás su madre estuviese confundida.
Quizás, sólo quizás, estaba hablando de otra persona.
Abrió el cajón de la mesita y rebuscó la carta. Necesitaba leerla de nuevo.
Pero no estaba allí.
Empujó aquel pequeño trozo de madera con rabia haciendo caer la foto de su madre  al suelo.
Pequeños trozos de cristal quedaron esparcidos a sus pies.
Era una señal.
Respiró hondo intentando calmarse.
Para que le habían servido todas esas técnicas de relajación a las que la había obligado a ir su madre?
Demasiado tiempo perdido.
Inspira. Espira.
Un,dos,tres.
Un, dos, tres.
Tonterías!
Se levantó de un salto y abrió el segundo cajón. Tenía que estar allí. Lo recordaba perfectamente.
Desde el salón, el sonido del teléfono la obligó a detenerse.
Sería el hospital?
-Si?
El suelo empezó a girar demasiado deprisa. Notó cómo sus piernas se doblaban y el pequeño auricular se le perdió entre los dedos.
No pudo evitarlo.
Acababa de quedarse sola.

miércoles, 7 de septiembre de 2016

No quiero hablar contigo

- No quiero hablar contigo! Es que no lo entiendes?
Carlos habia alcanzado a la muchacha justo antes de que se subiera a la moto que habia dejado aparcada en la puerta del centro. 
No podia dejarla ir. 
No de aquella forma. 
No despues de decirle eso...
- Por favor, Celia, necesito saber qué ha pasado... 
Intentó sujetar su mano pero ella la separó con rudeza.
No le dijo nada. 
Las lágrimas empezaron a rodar por aquellas mejillas sin maquillar.
Le miró unos segundos antes de cubrirse el rostro con su máscara de metal.
Quería huir.
Estaba claro que no tenia el valor de enfrentarse a él. Aún no. 
Pero debía hacerlo. 
Se lo había prometido a su madre antes de...
Apretó fuerte la mandibula y los puños y dejó que el sonido del motor se interpusiera entre ellos.
Él habia sido lo más parecido a un padre que ella había tenido nunca. 
Su madre siempre había  rechazado tanta complicidad.  Le molestaba que le contase  a él cosas que a ella no llegaba a confesarle. 
Pero asi era su relación. 
El la entendia sin preguntar. 
Nunca la juzgaba. 
Eso le hacia sentir menos culpable.
Pero ahora...
Un remolino de sentimientos luchaba por abrirse paso en su interior. 
Necesitaba vaciar todo aquello.
Hoy no era el día.
Ella habia venido a hablar con la otra mujer, esa que su madre le habia dicho que podria ayudarla. 
Y él lo había estropeado presentandose allí. 
Tendría que encontrar otra manera de hacerlo.
Estaba segura de que lo conseguiría.
Una promesa es una promesa.

domingo, 27 de marzo de 2016

No me mientas...

Aquello no podía ser cierto.
Patricia, su Patricia...por qué Celia le gastaba aquella broma?
Se acomodó en una de las sillas de la consulta. No sabía qué decir. No entendía lo que acababa de oir...
Ella, aquella niña que él ayudó a nacer, estaba allí, inmóvil, con sus profundos ojos penetrando en sus pupilas, odiándole...
Pero, por qué?
- Celia, cariño, no se debe bromear con estas cosas...tu madre sabes que no te lo perdonaría...- le dijo Carlos con la voz entrecortada.
- Ella estaba equivocada...siempre lo estuvo...- le escupió aquellas palabras casi sin mirarlo
Andrea intentó acercarse a la joven, sujetar su mano, transmitirle su calor...pero sólo obtuvo rechazo.
Celia, a punto de derrumbarse, miró a Carlos unos segundos. Los suficientes para que él pudiese notar todo el asco que sentía por él.
Después buscó los ojos de Andrea. En ellos sólo volcó su miedo y su soledad. Al fin y al cabo, sólo era una niña a punto de perder a su madre...y tenía miedo...mucho miedo.
- Lo siento, tengo que irme...- dijo finalmente justo antes de que algunas lágrimas la delataran.
Y desapareció.
Carlos no se movió.
Permaneció  allí sentado, con la cara hundida entre sus manos, esperando a que alguien lo despertase de aquella pesadilla.
Pero sólo había silencio.
Andrea se acercó a él y le acarició los hombros.
Aquel hombre estaba destrozado.
Lo sabía.
- Carlos...búscala...tienes que hablar con ella...no te puedes quedar así...quizás se pueda hacer algo...
No sabía qué hacer.
Para ella, Patricia había sido la mujer más impresionante que había conocido.
La envidió tanto.
Su elegancia, su seguridad, su firmeza, su hermosura...todo en ella era perfecto...y ahora...
Unos golpes en la puerta les devolvió a ambos a la realidad.
La cabeza de una de las pacientes asomó por la pequeña abertura.
- Perdón, doña Andrea, pensaba que no había  nadie...
La puerta volvió a cerrarse y ambos se miraron.
- Ve a por ella
De repente, una horrible incertidumbre empezó a crecer en su alma.

domingo, 20 de marzo de 2016

Celia

No hubo remordimiento.
Ni pena.
Ni ... nada.
Tampoco pudo sentir el alivio que tanto había esperado desde entonces. 
Nada.
Se giró y se encaminó a la consulta.
No estaba segura si podría concentrarse...quizás lo mejor sería hablar con Carlos y decirle que debía irse a casa. Que le dolía la cabeza. Que tenía fiebre...
Cualquier cosa antes de encerrarse y empezar el segundo round de la mañana...el más duro...
Pero no lo hizo. 
Andrea había aprendido que los problemas se enfrentan. Irse a casa...para qué. ..para lamentarse?, para regodearse en la queja continua?...No. Así no se hacían las cosas...o, al menos, ella no.
Cuando llegó a la sala de espera suspiró con cierto alivio. Sólo había una chica joven, sentada, ensimismada en la pantalla de su smartphone. No la reconocía.  Eso era buena señal...no era de las que le hablarían demasiado.
Al escuchar los pasos de la doctora, la joven levantó la mirada de la minúscula pantalla, se deshizo de los auriculares que se perdían entre su pelo y se levantó con la agilidad propia de la juventud que disfrutaba.
- Perdone - dijo sin esperar a que Andrea girase la llave - es la doctora Andrea?
La muchacha no aparentaba llegar a los dieciocho, dieciséis a lo sumo,  pensó Andrea al mirarla con cierta incomodidad por la interrupción.
- Si, soy yo...
- Tengo que hablarle de mi madre...soy la hija de ...
- Celia??, eres tú? , qué  haces aquí?
Carlos se acercó y la abrazó durante un largo rato. Luego, separándose de ella apenas un paso, la sujetó por la mano y la miró de arriba a abajo como si estuviese viendo un fantasma.
Evidentemente estaba sorprendido de verla allí.
Celia lo miró con dureza.
- Podías haberme avisado de que vendrías???
Carlos la miraba con cariño.
Ella, en cambio, se notaba fria y con pocas ganas de contar nada...al menos, a él.
Andrea, incómoda por verse envuelta en una foto en la que ella no encajaba, terminó de abrir la puerta y los invitó a entrar.
- Perdona, Andrea- dijo Carlos notando su malestar - te presento a Celia. Es la hija de Patricia...te acuerdas de ella?
Andrea notó un pellizco en el estómago.
Cómo  iba a olvidar a Patricia, esa mujer maravillosa con la que Carlos había estado a punto de casarse?
- Claro que la recuerdo - dijo esforzándose por disimular su inquietud - Cómo está ella? - le preguntó a aquella niña que ahora, de repente, era el claro reflejo de aquella hermosa mujer
- Muriéndose

domingo, 13 de marzo de 2016

Cinco minutos

- Por favor, Andrea, dame cinco minutos.
Si hubiese podido, justo en aquel momento, le hubiese atravesado con toda la rabia que guardaba dentro.
Con todo el dolor, el desprecio, la decepción y el asco, 
Con todo eso que apenas había dejado escapar por miedo a repetirlo, pero que aprovechaba la oscuridad y el silencio de cada noche para clavarse en su alma.
Todo eso que la había estado quemando desde entonces.
No.
No debería estar allí. 
No podía ni quería escucharlo.
Él no le había dado esos cinco minutos. Él sólo la había destrozado.
Le miró a los ojos con la esperanza de vaciar en ellos todo el dolor acumulado.
- Nunca, me oyes, nunca vuelvas a buscarme ! - le gritó mientras se levantaba de aquella incómoda y chirriante silla.
Se giró sin volver la mirada. Tenía ganas de salir corriendo de allí, de desaparecer, de volver el tiempo atrás y recuperar la ilusión que una vez tuvo.
Casi cayó al suelo al tropezar con el camarero que le traía el humeante café.
- Perdone...tengo que irme...- dijo Andrea recuperando el equilibrio 
- No se preocupe..se encuentra bien? - balbuceó el hombre intentando sujetar la tambaleante bandeja.
Andrea no contestó.
Aceleró el paso hasta llegar a la calle. Necesitaba aire.
Empezó a notar la humedad en sus mejillas. Lloraba.
Quizás debía hacerlo. Nunca le había gustado, pero ahora ... 
- Andrea, espera, escúchame...
No había oido sus pasos. 
Sintió unos dedos rozar su muñeca.
No pudo evitarlo. No lo pensó.
Se giró y abofeteó la cara de Alberto con toda la fuerza que sus inervados músculos le permitieron.
Ojalá lo hubiese podido hacer aquel día.


domingo, 6 de marzo de 2016

La carta

Aquella mañana no se encontraba bien. 
El dia, ventoso y gris, tampoco ayudaba a mejorar su ánimo. 
Hacía dos dias que habia recibido la carta. Dos días.
Y aún  no la habia abierto.
De hecho, se habia prometido a sí misma no hacerlo. Pero ahora, sin saber por qué, se lo estaba replanteando. 
Y si le decía algo importante.
Y si así podia llegar a entenderlo.
Jamás  lo entendería. Jamás.
Cerró la puerta de su consulta y se dirigió a la cafetería nueva que habían abierto a la espalda del centro.
 No le gustaba demasiado,  pero sabía que ahí no se encontraría con ningún compañero. No le apetecía hablar con nadie.
- Me trae un café con leche?, por favor - le dijo al sudoroso camarero que se habia acercado a su mesa.
- Algo de comer? - preguntó  sin levantar la mirada de su pequeño cuaderno. 
- No, gracias. Sólo el café. Y, si es posible, con leche desnatada - añadió Andrea fijándose más en aquél hombre.
El viento golpeaba con fuerza los antiestéticos toldos que configuraban aquel cubículo con el que, el propietario del local, había conseguido metros extras para poner mesas. 
No le gustaba.
Pero, al menos, habia tenido el detalle de  colocar esas estufas altas que, desde hacia algún tiempo, veía en todas las terrazas.
Recordó la primera vez que vió una de esas. Fue en París. Iba con sus padres y con Marcos.
Por qué la gente buena desaparecía?
Echaba tanto de menos a su padre...
- Pues deberías comer algo, te estás quedando en los huesos - le dijo una voz desde la mesa de al lado.
Sorprendida, Andrea, se giró buscando el origen de aquella voz. Le sonaba familiar. 
Cuando le vió no pudo evitar una dolorosa arcada.
- Qué estás haciendo aquí? - balbuceó.
- Necesitaba verte.
Andrea intentaba controlar el insoportable temblor en su barbilla. 
Se levantó de la mesa con intención de irse.
- Espera, por favor. 

domingo, 28 de febrero de 2016

Volver...

- Buenos días,  doctora. ..qué alegría  verla!!!
Andrea se levantó  de detrás  de la mesa y se acercó  a aquella mujer.
Jamás  hubiese imagiado que haría  algo así.
Ella era de las que les gustaba mantener cierta distancia con sus pacientes. Era su manera de protegerse...
Pero ahora, después de todo lo que habia vivido en los ultimos meses, se alegraba de ver a aquella anciana.
- Yo también, Maria - le dijo mientras le besaba las arrugadas mejillas -. La veo muy guapa... que tal se encuentra hoy?.
- Pues no muy bien..doña Andrea....no muy bien...
Andrea tuvo una mañana densa. Aunque lo esperaba.
Llevaba meses fuera de la consulta y, en cierta medida, habia perdido el ritmo que le exigía la empresa.
Terminó casi con dos horas de retraso.
Nunca habia sido tan consciente de lo insuficientes que eran los seis minutos por paciente.
Seis minutos para explicar un problema. O muchos..
Seis minutos para entender ...
Seis minutos para ayudar...
Tenia que hablar con Carlos. Al fin y al cabo, seguía  siendo el director...
Andrea no pudo evitar sonreir.
En realidad, sabia que cualquier motivo era suficiente para buscarlo,  para hablar con él.
Desde aquel dia que apareció en su parque, todo habia sido tan ... hermoso.
Habia secado sus lágrimas, convertidas en ocasiones en torrenciales vertederos de autoculpa. Había  escuchado su dolor y su decepción.
La habia abrazado sin prisa.
Incluso la habia convencido para volver.
Le dolió despedirse de Marcos. Era su única familia. Se sentía sola al apartarse de él.
Pero asi debia ser.


domingo, 21 de febrero de 2016

Nada ha cambiado.
Andrea volvió a notar aquel sentimiento, dulce y adictivo, al verlo allí, junto a ella.
- Marcos me ha dicho que te encontraría aquí - dijo Carlos con una leve sonrisa - Te he llamado varias veces..
Andrea, decidió tomarse su tiempo para contestar.
Había visto sus llamadas, era cierto, pero no se encontraba con fuerzas para hablar con él.
No le apetecía que la encontrase en aquel estado en el que se había hundido en las últimas semanas. Aquella especie de pesadilla de la que aún no estaba segura de haber despertado...
Todavía podía sentir un escalofrío recorriendo su espalda al recordarlo.
Alberto...
Qué decepción...
En pocas semanas había pasado de tener un futuro sin sorpresas, una especie de línea recta en la cuadrícula de sobresaltos y emociones, dibujado junto a un hombre al que creía maravilloso, a estar así...sola.
Se había convencido de que era lo mejor. 
O, al menos, era lo que ella merecía.
Y el destino, implacable, le trae a cada uno su regalo. Papa Noel improvisado.
Así era.
Las lágrimas, y el tiempo, le habían aclarado las cosas.
No se reconocía en aquella mujer, debilitada e insegura, que se había acostumbrado a ver cada mañana reflejada en el empañado espejo del baño.
No quería eso.
Quería ser fuerte. Como su padre le había enseñado desde pequeña. Como ella misma era hasta hace unas semanas, meses...no recordaba ya cuando había entrado en  esa inercia hacia el declive de la que no había hecho esfuerzos por salir.
Hasta que uno cae al fondo.
A partir de ahí, todo lo que queda es empujar hacia la superficie, nadar para coger oxígeno, buscar el rayo de luz que se esconde tras la plataforma cristalizada por el miedo y la rutina.
Respiró hondo antes de contestar.
- Me alegra verte...- dijo mientras se incorporaba desde el frío asiento improvisado.
Carlos se acercó para besarle la mejilla.
- No te imaginas cuánto...