viernes, 25 de noviembre de 2016

Uno no puede querer a su verdugo...


Cerró la puerta tras de sí con la certeza de encontrar sólo oscuridad.
No tenía muchos ánimos para hablar con nadie.
Tampoco había nadie con quien hablar...
Aquella tarde no había sido fácil para él.
Había intentado llegar hasta ella, hasta Celia, entenderla, saber porqué se había roto el lazo que tiempo atrás los había mantenido tan unidos...
Para él, ella seguía siendo una niña.
Su niña.
Se dirigió hasta su dormitorio sin encender la luz. Un camino conocido. Sin obstáculos.
Hacía frío en aquella habitación.
Una tenue luz, se filtraba a través de las rendijas de la ventana.
La cama sin deshacer. Un pantalón perfectamente doblado en aquel antiguo perchero que alguien le regaló mucho tiempo atrás.
Un libro, esperando a ser abierto, acumulaba polvo sobre la mesilla.
Estaba solo.
Se tumbó sobre la suave colcha y cerró los ojos.
Patricia...
Había sido la persona más importante en su vida. Su primera ilusión. Su sueño. Su mujer perfecta.
Se había visto envejecer a su lado..
Pero ella lo obligó a ver la realidad.
Una realidad en la que no podían estar juntos. En la que él no tenía cabida.
Notó el dolor al recordar todo aquello.
Recordó su reencuentro. Sus palabras explicando la inmadurez de su decisión, el error de su abandono.
La vió ahí, preciosa, perdiéndose en sus pupilas. Intentando encontrar el pequeño hilo donde empezar a tejer su esperanza...
Pero no la entendió.
Él había aprendido a protegerse, a ocultar su corazón, a maquillar su inseguridad.
Estúpido.
Unas ruedas desplazándose con prisa por el asfalto le recordaron lo mucho que deseaba mudarse de aquel ruidoso piso.
Siempre la quiso.
Pero uno no puede querer a su verdugo.
O sí?

domingo, 20 de noviembre de 2016

El café. ..

El camarero le sonrió .
Era un chico joven, moreno, ojos profundos y complexión atlética.
Diría que guapo.
Se acercó y le dejó en la mesa su habitual café.
- Hoy vienes sola? - le preguntó recogiendo la bandeja bajo su brazo
- Sí...ya ves...hoy me han abandonado...- dijo intentando disimular el ruido de sus pensamientos.
- Te traigo algo de comer?
El joven, ataviado  con su habitual uniforme negro, seguía observándola  con su media sonrisa.
Alli , en aquel garito del centro del pueblo, se reunia con sus amigas cada viernes al finalizar las consultas. Un pequeño local, moderno y luminoso, como a ella le gustaba, con buenas tapas y, sorprendentemente, buen café .
- No, gracias...está bien así
Recogió unas cuantas migas olvidadas  sobre la mesa y se perdió entre el montón de clientes que, a cualquier hora, llenaban el bar.
A Andrea aún le temblaban las piernas.
No sabía cómo había llegado hasta allí...debía ser cierto  eso de que nuestro cerebro, en determinadas situaciones, activa algún piloto automático...
Cogió el azucarillo y buscó el mensaje.
" Be water "
Curioso...pero cierto.
Le gustaba leer esa especie de galletitas de la suerte que ahora ponían  en todas las cafeterías. Mensajes de esperanza para mentes sedientas de sueños...
Pensó en aquella tarde.
Imaginaba a Carlos, nervioso frente a aquella  muchacha, perdido en una realidad que ninguno  de los dos había imaginado vivir..
Recordaba el cuerpo inmóvil  de la anciana sobre el frio asfalto..
Y sus miedos.
La vida era demasiado breve para todo aquello...dudábamos demasiado, competíamos demasiado...pensábamos demasiado...
Miró la taza de café casi vacía.
Estaba cansada de esperar que los demás moviesen ficba en su tablero.
Tenia que salir de su zona de confort, si es que donde ella estaba podía  llamarse asi, y encontrar su espacio.
No era amante de correr riesgos.
Tendría que cerrar los ojos...y saltar.

domingo, 13 de noviembre de 2016

No se muera...

- Que alguien llame al 061!!! Por favor!!
Volvió a gritar ante la inmovilidad de aquellos seres petrificados que, cada vez más  numerosos, se arremolinaban junto a ella.
- Ya lo he hecho ... - contestó una  voz a su espalda - Están de camino...
Una chica con terror en los ojos se acercó...
- Ayudo en algo?...- dijo mientras se guardaba el móvil en el bolsillo de su vaquero.
Andrea la miró nerviosa...Comprendía muy bien lo que reflejaban aquellas pupilas...
- Necesitamos que venga la ambulancia ya...Pero quédate cerca ...
" Por  dios santo.. esto no puede estar pasándome ...No se muera...Joder...No noto  que respire..."
Andrea palpaba instintivamente el pulso...
" Pulso sí hay...respiración..no...."
Observó la cara de aquella mujer...seguía inconsciente...
"Quizá tenga algo que obstruya la via aérea ..."
Por su cabeza pasaban los algoritmos de RCP que tantas veces había  leído y que, por desgracia para ella, nunca había llegado a poner en práctica.
Siempre había odiado las situaciones de urgencias.
 ! Qué ironía ¡
Introdujo con cuidado su dedo en la cavidad oral y tropezó con una dentadura mal colocada..
" Ojalá sea esto...", pensó mientras la sacaba despacio tratando de no mover el cuello de la anciana.
A lo lejos, el sonido de una sirena.
Acercó su rostro a la boca de la señora y observó su pecho.
No se movía.
Volvió a buscar su latido...seguía ahí ...
Sin pensarlo demasiado aproximó sus labios a los de la mujer...tenía que intentarlo...
Insufló dos veces vigilando el movimiento reflejo de su tórax .
- Hola... qué ha pasado?
Un hombre joven, uniformado con el horrible equipo de urgencias, se había  arrodillado junto  a ella y la miraba con una extraña serenidad.
Andrea le resumió aquellos minutos de angustia y le gradeció al universo la llegada de sus compañeros. Ellos se encargarían de la intubación, de la inmovilización, del soporte y del traslado de aquella mujer...y todo con la precisión de quien sabe lo que hace y lo hace bien.
Respiró aliviada mientras la ambulancia iniciaba la carrera al hospital.
A su lado, en silencio, seguía aquella joven de vaqueros desgastados.
- Muchas gracias..
La chica la miró y esbozó una tímida sonrisa antes de alejarse.
Estaba claro que la vida te podía sorprender en cualquier momento y, últimamente, su vida se estaba llenando de cruces inesperados.
Al menos, en este último, ella había apredido algo...

viernes, 4 de noviembre de 2016

Buscó su latido

Escuchó el sonido de la puerta cerrándose a su espalda.
No terminaba de gustarle aquello. Pero era lo mejor. Al menos, lo mejor para Celia. 
Al fin y al cabo, Carlos había sido como su padre. ..
Qué demonios iba a hacer ahora?
Metió la llave en la pequeña hendidura y la giró con suavidad. 
El sonido del motor inundó aquella cochera repleta de objetos que aguardaban su destino. 
" Cualquier día de estos, tengo que ordenar este desastre..."
Algunas nubes, despistadas, manchaban el cielo de aquella tarde.
Se sentía mal. 
Apretó con fuerza el pequeño botón del volumen...
"Hoy tengo ganas de tiiii..."
Adoraba aquella canción..Siempre tenía ganas de él.
Por qué era todo tan complicado?
Los árboles se desplazaban deprisa y desaparecían esquivos tras los impolutos cristales de su mini.
Aún no sabía donde ir.
Habrían hablado?
La luz roja del semáforo la obligó a detenerse.
Una señora envuelta en harapos empezó a cruzar la calle arrastrando algo parecido a un carro lleno de  mezquindades ajenas. Jóvenes  de uniforme con las miradas perdidas y sonrisas demasiado maquilladas. Un hombre sujetando la mano de un niño luchando por escapar..
De repente, el chirriar de una rueda le incrustó el miedo en las pupilas.
Pasó demasiado deprisa.
Los gritos. El sonido de la embestida. Objetos esparcidos por el asfalto...
Sin tiempo a pensar, se liberó del cinturón y corrió hacia donde aquel cuerpo, contorsionado por el impacto, permanecía inmóvil. Sangre perfilando la extraña figura.
Buscó su latido.
Esperó su respiración.
- Por favor, que alguien llame al 061!!!- gritó con la esperanza de que alguno de los morbosos espectadores reaccionara
Y entonces, bajo el pulpejo de sus dedos, pudo notarlo.
Estaba viva.