viernes, 28 de octubre de 2016

Cómo está?

- Cómo está?
Carlos se sentó en una de las dos sillas destinadas a mis pacientes.
Los enormes ventanales, situados en uno de los laterales de la consulta, permitían que la madrugadora luz de aquella mañana se filtrase por todos los rincones de la habitación, perfilando, casi sin querer, la figura de aquel hombre con aspecto de derrotado.
Tenia los ojos empañados por el cansancio, el pelo enmarañado  y una barba más poblada de lo normal.
No pude evitar sentir cierta pena por él.
- No muy bien...
No pensaba mentirle.
- Aún no me has contado qué ha pasado entre vosotros. ..- añadí
Llevaba días queriendo hacerle aquella pregunta.
Esa niña había irrumpido en mi vida sin pedirme permiso y yo, tan cobarde como siempre, tenía miedo de conocer una realidad que me resultase demasiado dolorosa.
- No hay mucho que contar..
Carlos, con la cabeza hundida entre sus manos, guardaba silencio.
- Está asustada..-continué - casi no habla, se pasa las horas con los auriculares, encerrada en el cuarto, mirando fotos,  leyendo...no sé. ..deberías intentar hablar con ella..
- Es cierto...tienes razón - dijo buscando la aprobación en mi mirada - pero..
Un incómodo silencio empezó a inundar el espacio que nos servía de nexo .
La adolescencia es una etapa demasiado complicada.
Demasiados cambios en tu cuerpo, en tu cabeza, en la percepción del mundo que te rodea y de tu propio cuerpo..
Y además, había perdido a su madre.
De qué otra forma podría estar?
Sería preocupante si estuviese de otra manera...
Eso es lo que yo pensaba.
En parte con firme convencimiento y, en parte, como medida de protección...
- Si quieres, esta tarde vienes a casa..
No me contestó.
Sus pupilas, profundamente oscuras, se perdían en algún lugar de la pared que yo tenia a mi espalda.
- Doña Andrea, perdone, no sabía si había alguien...disculpe - interrumpió una voz desde la puerta entreabierta
Y de nuevo, silencio.
Carlos se levantó y se acercó a mí.
Me sujetó el mechón rebelde detrás de la oreja y me besó en la mejilla.
- Está bien...luego me paso.


viernes, 21 de octubre de 2016

Te he despertado?

Estaba demasiado cansada.
Las últimas noches se las había pasado en vela.
Aquella situación la desbordaba.
Se sentó frente a su taza de café mientras trataba de entender lo que aquella mujer, importada de otra época, comentaba en las noticias de la mañana.
" Por qué le ponían esos vestidos tan poco favorecedores?"
" Si la chica es evidente que tiene un cuerpo de escándalo..
...las dejarán a ellas escoger la ropa?
 ...no, seguro que se la prestan para salir en la tele y ya está. .."
Dió un pequeño sorbo sin dejar de mirar la pequeña pantalla.
Últimamente nunca decían nada bueno.
El país, sin gobierno, se mecía en las turbulencias de una economía internacional que no hacía mas que desangrarlo.
Guerras, desahucios, desastres naturales...
Siempre lo mismo.
Por qué no comentaban algo positivo?
Es que nunca le pasaba nada bueno a nadie?
Miró el reloj que colgaba de una de las paredes de la pequeña cocina.
Casi las siete.
En la televisión, la mujer del vestido desafortunado había desaparecido y un hombre de mediana edad comentaba los últimos resultados del deporte nacional.
- Buenos dias, Andrea
Aquella voz la sobresaltó. No terminaba de acostumbrarse a su compañía.
- Buenos dias, Celia, te he despertado?
Se levantó y recogió los restos del escaso desayuno.
- Quieres que te prepare algo antes de irme? - continuó Andrea intentando no pensar en si habría sido un error aceptar la propuesta de Carlos
- No gracias, ya me hago yo algo...
- Te encuentras bien? -  volvió a preguntar al descubrir los ojos enrojecidos de la muchacha
- Si, si...no te preocupes...es que aún me cuesta un poco dormir..
Con su pijama de Mickie y el pelo luchando por ocultar aquella hermosa y triste mirada, la agresiva adolescente que no hacía mucho se presentó en su consulta, se transformaba en lo que era en realidad.
Una niña perdida en un  mundo que ella no había escogido.

viernes, 14 de octubre de 2016

Y de repente...

La vida, cuando menos te lo esperas, te sorprende.
A veces, para bien...otras...
" Déjate sorprender cada día...".
Eso decían los gurús tan de moda del positivismo y la felicidad. 
Estamos obligados a ser felices. 
A rebuscar entre nuestros escombros esa pieza perfecta que ponga orden en nuestra caótica existencia. 
A aprovechar la caida como punto de apoyo para la ansiada reconversión.
A aprender de los errores.
A salir reforzados de las derrotas...
Me cansaba todo aquello. 
La verdad.
Necesitaba que me dejaran sentir lo que a mi me diera la gana...y si tenía que sentirme mal...pues nada...ya se me pasaría. ..por qué  tenía que sentirme culpable, además, por no saber transformar aquello en una fortaleza?
La cruda realidad era que yo, en esos momentos, con mis cuarenta y tantos, no esperaba encontrarme siendo la madre sustituta de una adolescente resentida y asustada.
Nunca me había planteado ser madre.
Aunque esto era diferente,claro. O, al menos, así lo creí entonces.
- Te importaría que Celia viviese contigo un tiempo? - me soltó de sopetón Carlos aquella mañana en el desayuno - sólo sería temporal, por supuesto, mientras buscamos otra solución...es que ...
Me quedé en silencio, escondida tras mi casi vacía taza de café,  pensando..
- No...claro que no ...- mis palabras, como siempre, se adelantaron a mi razonamiento.
Pero, para ser sincera, poco tenía que pensar.
Carlos, sonriente, intentó colocarme el mechón furtivo detrás de la oreja...
- Mejor así  - dijo cuando logró doblegarlo
Sonreímos.
Sujeté los latidos de mi ingenuo corazón.
- Tengo que confesarte que nunca se me han dado bien las adolescentes...- le dije cuando por fin recuperé el control
- No te preocupes. Celia no va a darte ningún problema...ya la has visto...es bastante autosuficiente para su edad..Además, yo estaré siempre contigo...
No quise oir más.
Me equivocaba?

lunes, 10 de octubre de 2016

Mamá, te echo de menos...

El dia se despertó gris y ventoso. No podia ser de otra manera.
Trajes oscuros y miradas vidriosas se apelotonaban en los desgastados bancos de madera.
Me senté en la última fila. 
No deberia estar allí, pero Carlos me habia pedido que le acompañase y no supe decirle que no. No pude. 
Hacía dias que no era el mismo.
La muerte de Patricia le habia golpeado de forma inesperada. Nunca nos preparamos para algo asi. No podemos predecirlo. 
Nadie puede.
Tampoco se habia despedido de ella. 
La última vez que hablaron sólo hubo reproches, quejas, dolor reprimido...No había podido decirle lo importante que había sido en su vida, lo mucho que la había echado de menos, las veces que se habia dormido con la esperanza de tenerla en sus sueños...
Pero se habia ido...
Y ahora se sentia culpable.
Por qué?
Carlos estaba sentado junto a Celia. Aquella niña con cuerpo de adolescente. Asustada. Enfadada con el mundo y con su madre.
Enfadada por dejarla sola. Por no protegerla. Por no explicarle qué hacer con todo el dolor que la rompia por dentro..
Qué iba a hacer ahora?
Le sujetó la mano y la acompañó al púlpito para que leyese la breve nota que se habia preparado.
Celia miró a su alrededor.
Todas esas personas habían venido por ella..
Dejó que las lágrimas se derramasen una vez más.
Le dolía tanto..
Sacó el arrugado trozo de papel del bolsillo de su pantalón. Su madre merecía algo mejor que sus palabras. Nunca se le dió bien eso de escribir, sobre todo de sus sentimientos.
Pero lo habia hecho...
"  Mamá,
Te echo de menos..."

jueves, 6 de octubre de 2016

De verdad eres tan malo?

Cerró la puerta del apartamento y se encaminó al minúsculo dormitorio.
Necesitaba pensar.
Las cosas no habian salido como ella esperaba...todo lo contrario.
Ella, que llegó preñada de una rabia que no era la suya, ahora se sentía abatida.
Era tan malo aquel hombre?
Desde luego, el Carlos que ella recordaba, no lo era.
Quizás su madre estuviese confundida.
Quizás, sólo quizás, estaba hablando de otra persona.
Abrió el cajón de la mesita y rebuscó la carta. Necesitaba leerla de nuevo.
Pero no estaba allí.
Empujó aquel pequeño trozo de madera con rabia haciendo caer la foto de su madre  al suelo.
Pequeños trozos de cristal quedaron esparcidos a sus pies.
Era una señal.
Respiró hondo intentando calmarse.
Para que le habían servido todas esas técnicas de relajación a las que la había obligado a ir su madre?
Demasiado tiempo perdido.
Inspira. Espira.
Un,dos,tres.
Un, dos, tres.
Tonterías!
Se levantó de un salto y abrió el segundo cajón. Tenía que estar allí. Lo recordaba perfectamente.
Desde el salón, el sonido del teléfono la obligó a detenerse.
Sería el hospital?
-Si?
El suelo empezó a girar demasiado deprisa. Notó cómo sus piernas se doblaban y el pequeño auricular se le perdió entre los dedos.
No pudo evitarlo.
Acababa de quedarse sola.