domingo, 19 de febrero de 2017

" Oh, Cielo..." ( parte 1 )

" Cielo,
si estás leyendo esto imagino que las cosas no han ido muy bien, al menos, para mí.
Ya sabes que nunca se me han dado bien las despedidas.
La mía, tampoco.
Jamás me imaginé escribiendo esto, pero no tengo fuerzas para hacerlo de otra manera.
Ni fuerzas, ni valor.
Me arrepiento de tantas cosas...
De las horas que no te he dedicado, de las conversaciones que no hemos tenido, de las risas que dejaste marchar lejos de mí porque yo nunca estaba ahí.
Me sentía tan atraída por mi trabajo, por mi afán de ser la mejor para todos, que fui incapaz de ser lo único que tú necesitabas...tu madre.
Dios...cómo pude ser tan estupida!!
Daría cualquier cosa por volver hacia atrás y poder despertarte cada mañana con los besos que tenía guardados para ti. Esperarte a la salida de clase y escuchar tus protestas por abrazarte demasiado fuerte delante de tus amigas. Sentarnos juntas en alguna playa. Acariciarte el pelo...incluso aprender a hacer esas trenzas que todas tus amigas llevaban ...todas menos tú. ...
Escuchar tus miedos, tus problemas, tus ilusiones...
Pero no lo hice.
Y ya es tarde.
Lo que más me duele de todo esto, de este maldito cáncer que se ha reído de mí, no es marcharme.
Tarde o temprano, todos tenemos que hacerlo.
Pero dejarte aquí...
Sé que no estarás sola.
He hablado con los abuelos. No les culpes de su silencio. Fui yo la que se encargó de mantener lejos a todos los que me querian.
También a ellos.
Son buenas personas a las que no les quedó otro remedio que acostumbrarse a vivir sin mi. Sin nosotras.
Ellos te quieren y se encargarán de todo.
Tienes que darles una oportunidad...
Tampoco he sido capaz de hablar con él. Con Carlos.
Le hice demasiado daño y no he tenido valor para pedirle perdón.
No me malinterpretes, no es cuestión de orgullo...eso hace ya tiempo que lo dejé pisotear por un montón de gente extraña que entró en mi vida asegurándome la eternidad...
No, no es orgullo.
Es vergüenza, miedo, lástima...
Hace muchos años, antes de que tu nacieras, vivimos unos momentos demasiado...complicados.
El se empeñaba en amarme y yo en demostrarle que no necesitaba su amor.
Las mariposas que una vez existieron se fueron transformando en afiladas tijeras que, poco a poco, cortaron los finos hilos que mantenían nuestra relación.
Dios santo...por qué es justo ahora cuando puedo verlo todo con tanta claridad?
No creo en la vida eterna.
No creo en segundas oportunidades.
Oh, cielo...

viernes, 3 de febrero de 2017

Todo era susceptible de empeorar

El golpe seco de la puerta al cerrarse rompió,  al fin, el incómodo silencio que se había instalado entre ellos.
- Celia? Eres tú?
Andrea abrió la puerta de la cocina y se asomó a la escalera.
- Creo que se ha ido..
Atravesó el corto pasillo para comprobar que, efectivamente, las llaves no estaban en la bandejita de siempre.
- Lo siento...- dijo cuando regresó al interior de la cocina
- No es culpa tuya, Andrea...
Respiró hondo.
- Puedes decirme, de una vez, qué ha pasado entre vosotros? - dijo con una mezcla equilibrada entre cansancio e irritación.
Andrea no se encontraba con ganas de enfrentarse a demasiadas verdades, sobre todo si esas verdades podían hacerle daño, pero tenía que hacerlo...
- No es fácil  - contestó Carlos volviendo a perder su mirada en algún punto del destartalado patio.
- No te preocupes, tenemos tiempo
Puso otra cápsula de café con mezcla de caramelo en la nespresso y esperó a que dejara de parpadear el pequeño piloto para solicitar su dosis extra de excitante matutino.
- Quieres otro? - le preguntó mientras calentaba un poco de leche en el microondas
- Sí, gracias
Andrea colocó las dos tazas en la mesa, una frente a otra, separadas por una bandeja llena aún de un montón de tibios churros.
- Soy toda oidos
El sonido del repiqueteo de la cuchara removiendo el humeante líquido, la obligó a pensar en su padre.
Él siempre removía y removía el café haciendo ese ruido. Choque de metal y cristal.
Clin. Clin. Clin.
A ella le irritaba aquello.
 " - Creo que ya puedes dejar de remover, papá
- Todavía no...queda algo de azúcar
- Por dios,  papá, déjalo ya...me pone nerviosa
- Hija, de verdad, tienes que aprender a relajarte un poquito...
Sonreía y seguía removiendo aquel desayuno de cariño y sueños encontrados"
Cerró los ojos intentando borrar aquel inesperado recuerdo.
- Creo que Celia sabe que Patricia y yo tuvimos un hijo...
Andrea abrió los ojos.
No habia entendido lo que acababa de oir.
Una lágrima se resbaló por su mejilla.
Sí.
Todo era susceptible de empeorar.

sábado, 21 de enero de 2017

Por qué ha venido?

Celia no quiso verlo.
Había pasado una mala noche.
Pesadillas que se repetían una y otra vez dejando su cuerpo asustado y empapado en sudor...una desagradable rutina que ya parecía haberse instalado en su vida.
Y encima, había venido él.
El sonido de la puerta la había despertado. Era demasiado temprano para visitas. Pero luego escuchó su voz.
Se quitó el pijama y se vistió con el cómodo chandal que usaba para estar por la casa.
Salió despacio de la habitación, no quería hacer ruido, y esperó en silencio intentando entender por qué estaba allí.
El sonido de su voz le resultaba tan familiar. Formaba parte de sus recuerdos.
De sus mejores recuerdos.
Sin embargo, tenía que estar enfadada con él.
El recuerdo de su madre le empezó a irritar los ojos.
Ella no le mentiría.
Cerró los ojos y empezó a releer la carta que le dejó Patricia.
Los dos le habían mentido.
Pero ahora...
Su vida había cambiado demasiado en los últimos meses. Era algo que no le gustaba. Tenía que pensar en algo
A sus casi diecisiete años se sentía preparada para asumir responsabilidades.
Y quería hacerlo.
Queria demostrarle a todos que, detrás de su aspecto frío, rebelde y, por qué no asumirlo, frágil,  había un esbozo de mujer capaz de sobrevivir en un mundo empeñado en prolongar su dependencia.
Quería ir a la universidad. Pero...
No le gustaba la medicina, eso lo tenía claro.
Aprendió a odiarla noche a noche, cada vez que su madre tenía que acudir a esas llamadas urgentes del hospital dejándola sola...ella siempre se hacía la dormida...
La escuchaba llegar, cansada, se pasaba por su dormitorio, le daba un beso en la frente y se metía en la ducha...
Una buena capa de maquillaje camuflaba los destrozos que el insomnio y la adrenalina dibujaban en su rostro.
Su madre, sin embargo, nunca se quejaba.
 Adoraba su trabajo casi tanto como a ella.
Quizás, también por eso, tenía celos...
No. No quería ser médico.
Quería ser libre...
Desde la cocina, susurros y aroma a café y churros.
El frío de la escalera empezaba a calarle la fina tela del chándal.
Le apetecía desayunar.