miércoles, 27 de noviembre de 2013

Esperando una estrella...

Pero, como no podia ser de otra manera, la vida giró y me puso frente a frente con mi futuro.
Lo curioso de todo esto, es que nunca sabes que ha llegado el momento.
Es sólo un segundo, un haz de luz, una brisa que roza tu mejilla ....
Y tú sigues, como si esa estrella no se hubiese cruzado en tu camino.
Porque, en realidad, tú no has visto nada. No has cambiado nada.
El trabajo se hizo rutina. Y la rutina se llevó el dolor...
En el hueco dejado se acurrucó el rencor y rezé que su íntima amargura se cubriera con un manto de esperanza.
Cada mañana, cada paciente salía de mi consulta dejando tras de sí su peculiar mochila.
Yo amontonaba mochilas de dolor, de incertidumbre, de ansiedades...
Pero también es cierto, que en cada una de ellas, yo dejaba migajas de mi propia miseria.
Tengo que confesar que me reconfortaba.
Para cada una de esas personas, los seis minutos comprados de mi tiempo, eran su momento. Nuestro momento. Confesor y pecado. Sufrimiento y perdón.
Es curioso en lo que nos hemos convertido los médicos. Sobre todo los médicos de familia.
En un mundo cada vez mas laico, las personas buscan lugares nuevos para abrirse.
Y se abren.
A veces con miedo. A veces con desesperación. A veces con furia.
Yo les dejo. Les escucho. Les ayudo a buscar salidas.
No es fácil. Tampoco creo que sea eso lo que me enseñaron en la facultad.
Pero los tiempos cambian para todos.
Y si antes todo lo curaba una pastilla , a veces no tan milagrosa, ahora la magia la hacian esos minutos de confidencialidad, de empatía...
Remedios diferentes para dolores tan similares....
Como digo, aprendí a lidiar con ellos evitando estocadas dolorosas.
Y así, aquella despistada estrella fugaz, se sentaba conmigo en las horas tristes y me empujaba al descanso cuando me notaba abatida...o cuando creía que era el momento...el momento de sonreir.
Porque, creo que no lo he dicho, todos los días, a eso de las diez, llegaba el momento de las sonrisas, de los cotilleos, de los encuentros alrededor de una mesa de bar con los dedos entrelazados sobre humeantes tazas de cafe...
Desayunos de pan con tomate y manchadas descafeinadas...
Mmmmm....

lunes, 25 de noviembre de 2013

Una ilusión

A veces la vida te sorprende.
Llegas a un punto donde crees que se acaba todo y, entonces, zas! En toda la boca...
Y , así, sin darte cuenta, un día aprendes a dar gracias.
....Gracias a la buena gente, que hace que cada día se llene de ilusiones, de alegría...
.... Gracias a los que no son tan buenos, porque gracias a ellos descubrimos todo el coraje que llevamos dentro.
Esto me dolió comprenderlo. Es cierto. No quiero engañar a nadie.
Duele que te pongan delante de un espejo y descubrir que no eres la persona que creías.
Duele que intenten derribar tus sueños.
Duele, más aún, darte cuenta de que jamás podrías llegar a conseguirlos....al menos, siendo tú misma.
El trabajo en el centro de salud ocupaba todo mi tiempo. Quizás demasiado, me decían mis compañeros,  pero yo había dejado una vida vacía atrás y no tenía intención de darle tiempo a mi cerebro para añorar el sufrimiento.
Además,  en el trabajo tenía todo lo que necesitaba.
Todo...
Y, en cambio, fuera...
Fuera me aguardaba un doloroso silencio, un hiriente recuerdo del amor que no fue...
Ocupar mis segundos, mis minutos, mis horas....agotar hasta la última célula de mi maltratado cuerpo...ese era el único recurso del que disponía.
Y pensaba utilizarlo.
Me volqué en darlo todo, en vaciarme hasta la última gota, a sabiendas de que el coste pudiese ser excesivo.
Pero quise intentarlo.
Cuando no te queda nada...todo vale.

jueves, 21 de noviembre de 2013

gracias a él...

 Y alli estábamos los dos, con las manos entrelazadas bajo la mesa. Miradas furtivas. Complicidad de sonrisas.
Aún no podía creerlo.
Bastó una sonrisa en aquella fría mañana para que, sin avisar, el rumbo de mi tambaleante vida cambiara para siempre.
- Buenos días - me dijo mientras me tendía su mano - . Creo que debo presentarme. Tú debes ser Andrea...Mi nombre es Carlos y soy el encargado de enseñarte todo esto...
- Hola...soy Andrea, la nueva médico...es que estoy un poco perdida...
Lo decía de corazón.
Mi mente, por aquel entonces, estaba bajo el dulce sopor de los barbitúricos y antidepresivos.
 Nada serio, según mi psiquiatra, pero lo suficientemente importante, creía yo, como para obligarme a confesar mis miedos cada semana.
Yo que siempre había odiado a los psiquiatras y su deprimente clientela...
Pues, como digo, escuché las palabras de Carlos, como una brisa marina que despliega las velas de un barco. De mi barco...
Y yo levanté el ancla que me tenía varada a mi deprimente monotonía.
Así, bajo la inesperada tutela de aquel hombre, empezé a retomar el rumbo de mis días.
Descubrí de nuevo el placer de ayudar, la alegría de sentirme querida, la ternura del agrademiento...
Yo era médico de vocación.
Había sido el bicho raro de una casa de maestros...
Y me encantaba. De verdad.
Carlos, aquel hombre casi irreal, resultó ser el director de mi nuevo centro de trabajo.
No sabía, ni aún tengo la seguridad a día de hoy, de si alguien le había contado mi historia. Pero, sea como fuere, se convirtió en mi punto de apoyo durante el tiempo, ahora lejano, que duró mi adaptación.
Gracias Carlos.

domingo, 17 de noviembre de 2013

¿Dónde estás?

- Andrea, ¿ me oyes ?
Andrea miró a Carlos, con las pupilas perdidas aún en aquel doloroso recuerdo.
Aún le quemaba la garganta.
Hacía ya casi cinco años de aquello y los fantasmas, que durante todo ese tiempo había mantenido ocultos, luchaban por alcanzar su libertad.
- Sí, sí...no te preocupes...es que pensé que estaba soñando...
Dibujó una sonrisa en sus labios y se dejó acariciar por aquel hombre que tanto había deseado durante los últimos meses.
Sí, podía permitirse soñar. Quería permitírselo.
Hacía mucho tiempo que se castigaba por algo de lo que, pensándolo bien, no había tenido la culpa.
Es cierto que se había dejado llevar. Es cierto que podía haber dicho que no.
Pero, por aquel entonces, esas sensaciones tan intensas habían nublado cualquier atisbo de razón que quedase en su cerebro.
Dejó que su corazón se llenase a golpes de adrenalina.
Dejó que sus horas no fueran sino la espera de aquellas dosis.
Se convirtió en adicta de algo que jamás había imaginado.
O, mejor dicho, de alguien...
Sacudió aquel recuerdo como quien sacude el sucio mantel del almuerzo y cayeron al suelo las migajas de tiempos que fueron tan placenteros.
Sintió el calor de la nueva ilusión llenándole el alma y dejó que esa agradable tibieza le calmara la ansiedad otra vez despertada.
- Estoy aquí,  Carlos , y no dejes que me vaya.... - dijo mientras él la amaba.


sábado, 16 de noviembre de 2013

Despierta!

Tenía frío.
Un sabor metálico en la boca y agujas atravesando su piel...sí, eso sentía.
A lo lejos, no sabría precisar cuánto, podía oir que alguien la llamaba...
- Andrea...Andrea...
Y un golpe.
Algo empezó a martillearle el pecho. Le dolía. Era una sensación desagradable. No la dejaban dormir...
Y luego, unos labios.
Pero no era el calor de los labios de siempre. Éstos ni siquieran le transmitían calor. Sin embargo, notaba que algo le quemaba la garganta.
- Andrea, vamos, Andrea...
Empezó a notar las voces más cercanas.
Empezó a notar la humedad y la arena bajo su espalda.
Empezó a sentir cómo burbujas de agua salada arañaban la pared de su esófago buscando una salida.
Aquello dolió.
Algo punzante atravesó su estómago y una oleada de algo muy parecido al remordimiento salíó por su boca. Estaba exhausta.
Unos brazos la mantenían en una posición incómoda para evitar que todo aquello que había eliminado volviera a su interior...¡ qué tontería !
Sólo quería que la llevasen a su cama y la dejasen dormir.
Quería olvidarlo todo.
¿ Por qué la habían despertado ?

jueves, 14 de noviembre de 2013

Notó mariposas...
Esa sensación, agradable y turbadora, inundó cada poro de su piel.
Andrea estiró su delgado cuerpo dejando caer, quizás por casualidad, la suave tela que la cubría.
Estaba orgullosa de su físico. Trabajaba duro para mantenerlo perfecto. Y ahora, por qué no, era un buen momento para enseñarlo...
Mmmm...
Carlos se sentó a su lado.
- Sabes que eres preciosa? - dijo mientras acariciaba con su dedo el borde inferior de su mandíbula.
-  Pues te ha costado decírmelo...
- quizás estaba esperando el momento oportuno...tú tampoco has estado demasiado receptiva...
Le  dijo eso mientras fijaba aquellos maravillosos ojos azules en los de Andrea.
Quizás tenía razón.
Siempre le pasaba lo mismo.
Cuando alguien le interesaba o cuando ella notaba cierto interés, cerraba esa especie de caparazón a su alrededor. No lo hacía de manera consciente. No quería sufrir más. No le volverían a hacer daño.
No si ella podía impedirlo.
Pero, ahora, esa muralla construida durante tantos años se desmoronaba como un castillo de arena bajo las olas...
El mar...

lunes, 11 de noviembre de 2013

Just give me a reason....
La voz rota , finalmente , provenia de Pink , uno de esos grupos efervescentes de moda.
Andrea se apretó la almohada contra la cabeza. Quería exprimir su cerebro. Quería conseguir un destello, algún recuerdo de lo vivido la noche anterior...
El sonido de unos pasos atrajo su atención.
- Buenos días, dormilona
Aquella voz...
El sonido de una bandeja depositada cerca de su almohada, el sonido de unas cortinas que se abren, el calor de unos rayos de sol que acarician la pierna...
Y unos labios húmedos depositando una caricia en la parte expuesta de su hombro...
Andrea, perdida aún en una niebla de olvido, no podía evitar sentir todo aquello como algo extremadamente placentero.
-Mmmm- fue todo lo que se atrevió a decir por temor a delatarse.
- Venga, cielo, hace una mañana preciosa. Tenemos que darnos prisa si no queremos llegar tarde.
Andrea, por fin, vió la luz.
Había pasado la noche con él.
Ahora lo recordaba. La cena, las bromas, las miradas...y él.
Desde que se lo presentaron, hacía ya varios años, estaba totalmente deslumbrada.
Y eso no era nada fácil. De eso podía estar segura.
Y ahora estaba allí, con él...
Tenía miedo de abrir los ojos. Y si era un sueño? Y si se desvanece?
 Bajó despacio la almohada hasta que sus ojos tuvieron una buena perspectiva de la habitación.
Era difícil de creer.
Pero alli estaba...con ella.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Empieza la historia...

Hola.
Tengo que confesar una cosa.
Cuando me decidi a escribir aqui, en este medio tan poco adaptado a mi, pensaba en transformarme en lo que yo deseaba ser. Una mujer intrépida, decidida y segura de si misma.
Quizás si conseguía serlo en la ficción...
Pues ...no funciona.
Para ser sincera, no ha existido esa transformación.
He usado mi pequeño trampolín para reflejar mis dudas y mis inseguridades. Son muchas. Quizás demasiadas.
Pero ese no era el plan.
He pensado, entonces, en una reconversión. Aún estoy a tiempo y, además , esto lo escribo yo, eso me da cierto poder....
Establecer distancias es algo prudente...

Pues bien, esta nueva Andrea, es médico, sí ya se que no soy original, pero es lo que conozco, tiene 40 años, es inteligente y alegre.
Con un trabajo que le encanta y un futuro prometedor...
En fin, algo difícil de encontrar hoy en día.
Pero, aquí, en mi blog, esa seré yo.
Y como quiero que tenga una entrada deslumbrante, debo decir que esta mañana, al abrir los ojos, se ha encontrado sobre unas sábanas de olor desconocido.
Un aroma mezclado de vainilla y algo que no podía identificar....mmm...agradable pero desconocido.
Levantó sus párpados con dificultad y una tenue luz amenazó con taladrar su retina...
Qué sensación tan extraña!
 Si al menos recordase algo...
Desde algún lugar, una voz rota pedía una segunda oportunidad...
Y aquel repiqueteo en su cabeza...

martes, 5 de noviembre de 2013

pedir un deseo...

Hoy he trabajado de tarde. Bueno, para ser exactos, he trabajado todo el día. 
Y no, no me van a pagar más por ello, pero yo soy así y creo que es algo tarde para cambiar.
No me gusta el turno de tarde.
Cuando salgo, el cielo ya se ha cubierto de una opresiva capa negra y yo, como siempre hago, levanto la vista buscando la primera estrella...
Desde muy pequeña me enseñaron eso de pedir un deseo a la primera estrella.
Lo hago siempre. Es algo instintivo.
Para ser sincera, no se qué parte de mi vida he ganado yo y qué parte han sido deseos concedidos...
Deseos...
Y pido de todo.
Pido salud, pido trabajo, pido suerte...pido amor.
Y lo tengo todo.
Absolutamente todo.
Pero....a veces...
A veces pido el deseo equivocado.
Quizás no es mi estrella, sino mi destino, el que pone en mi cabeza ese pensamiento extraviado, ese pequeño destello imposible de frenar.
Y ocurre.
Se me concede el deseo arrepentido antes de nacer.
¿Quién soy yo para matar un sueño?
Dejo que crezca, ocultándolo a la vista de lo correcto, cubriéndolo con un fino manto de esperanza. Lo alimento con suspiros y lo duermo bañandolo en besos.
Y cuando creo que es parte de mí, se rebela y me desgarra el alma.
¿ Por qué no aborté cuando aún era una simple semilla?
Lo cierto, es que a pesar del dolor de las heridas...aún sonrío al recordar el calor de su abrazo.
Quizás deba de dejar de pedir deseos.
Quizás deben caer las estrellas...