Por qué no eres feliz?
Andrea intentó no atragantarse con la última cucharada de yogurt natural.
Allí, sentado en la gastada butaca marrón que había junto a su cama, estaba Marcos.
No había dejado de visitarla, cada día, desde que tuvo el accidente.
Una eternidad, pensaba Andrea.
Cuatro días marcaba el calendario.
No podía quejarse.
La inflamación y el dolor habían disminuido. Iba moviendo los dedos sin problemas y, si todo seguía así, le habían prometido que se iría a casa esa misma tarde.
Se sentía bien.
La pregunta de Marcos, en cambio, la cogió por sorpresa.
-Por qué crees que no soy feliz? - dijo tras dejar la bandeja de desayuno en la mesita que la separaba de su acompañante.
- Porque tienes una mirada apagada, porque no sonries, porque estás ausente, porque te despiertas por las noches empapada en sudor y gritando el nombre de alguien cuyo nombre no entiendo, porque ...Quieres que siga?
Marcos estaba allí, con la frente arrugada y una línea recta dibujada en los labios, mirándola de una forma demasiado incómoda para Andrea.
- Creo que exageras...
Andrea no estaba acostumbrada a hablar de sentimientos con nadie. No era fácil para ella explicar las fantasías que construía su cabeza. Tampoco era divertido escucharlas.
- Yo creo que no...me preocupas, de verdad...sólo quiero ayudarte.
- Te lo agradezco, en serio, pero no me pasa nada...bueno, miento, tengo un tobillo destrozado y, posiblemente, no pueda volver a correr...aunque, ahora que lo pienso no lo he hecho nunca - dijo sonriente a su hermano - ...Nada que no pieda superar con un buen descanso.
- Andrea - dijo Marcos con un tono más serio de lo que la tenía acostumbrada - te recuerdo, y es bastante irónico que sea yo, el amnésico, el que tenga que recordarte las cosas, que no sabes mentir .
Se acomodó en la silla y empezó a hablarle como el que habla a una niña que acaba de ser pillada en plena travesura.
- He estado leyendo algunas cosas sobre el comportamiento humano, cómo nos comunicamos, qué sentimos...no es que yo sea un experto, eso es evidente, pero si hay algo que tengo claro, es que la Andrea que hoy tengo delante, no es la misma que vino a verme al hospital y que se presentó como mi hermana...
Andrea no quería mantener esa conversación.
Marcos tenía su cariño, pero no podía darle nada más.
Sus miedos, sus ilusiones, sus desengaños, sus promesas...todo eso era suyo. De nadie más.
Algun dia se lo explicaría. Pero no ahora.
Además, realmente ahora estaba bien.
Estaba cruzando el río que la llevaba a la orilla buena, a aquella de la nunca debía haberse alejado, y tenia la fuerza suficiente para conseguirlo.
Si.
Estaba bien. Seguiria bien.