Una luz azulada , parpadeante, en la parte superior de su móvil, le indicaba que tenía un mensaje nuevo.
Carlos estaba irritado.
No se sentía bien.
No lograba concentrarse en su trabajo. Estaba tenso y , aunque no era su estilo, había tenido algunas discusiones con sus jefes que le habían llevado a plantearse su posición en aquella empresa.
" Yo soy médico, no entiendo qué hago intentando gestionar una quimera..."
La sanidad no terminaba de despegar.
La crisis, esa que nunca debió llegar a los pilares básicos de los ciudadanos, no terminaba de desaparecer de sus vidas.
Si habían pasado un mal año, el nuevo no se presentaba mejor.
" No hay dinero...nunca hay dinero...no sé cómo quieren que arregle esto...".
Él, que siempre había sido una persona con visión de equipo, de futuro, con soluciones, con planes ...
Qué le pasaba?
Aquel día no habia sido mejor que el resto de la semana.
De hecho, había sido uno de los peores.
Se dejó caer en la silla de su despacho y, mientras se encendía el monitor, cogió su teléfono.
- Hola, qué tal estás?
Notó un ligero escalofrío en el estómago.
Andrea no solía enviarle mensajes. A ella no le gustaba eso del WhatsApp.
" Demasiado impersonal ", le había dicho en más de una ocasión.
- Hola!!😊. Cómo estás?- respondió
Andrea, escondida en uno de sus rincones, miraba el pequeño artefacto.
Llevaba días intentando llamar a Carlos.
Necesitaba decírselo.
Pero no sabía cómo...
Al final, por pura cobardía, le había escrito uno de esos fríos mensajes que tan poco le gustaban.
El mensaje de Carlos se abrió en la pantalla.
Andrea notó cómo se aceleraba su respiración.
- Bien...estás trabajando?
- Puede decirse que sí...al menos, sigo en el despacho😧
- Pobreeee....si ya es muy tarde...Cuántas ve es te he dicho que no tienes que descansar mas?
- Lo se...tienes razón... Voy a irme ya a casa.....Y tú? Qué haces?
- Pues, tumbada en el sofá y viendo una peli cutre...- mintió
- jajaja...de esas románticas que te gustan?
- De esas...soy así...una romántica sin remedio💕
- Pues tengo que darte una mala noticia...No hay principes azules de verdad...jijiji..
- En serio??😰
- En serio..se los inventaron en Hollywood...
- Vaya por Dios!!! Y yo que llevo toda la vida con esa ilusión. ..
- jajaja...Bueno, en serio, va todo bien?
Andrea respiró hondo.
- Sí,sí...estupendamente...es que me apetecía hablar contigo...tengo que contarte algo.
- A mí también me apetecía hablar contigo...
Carlos la echaba de menos. Mucho más de lo que quería y podía admitir.
- Dime que vas a volver - le escribió casi sin pensar
Andrea notó el calor en las mejillas y el latido acelerado de su corazón anudado en su garganta.
- No exactamente...aunque si me lo pides....
Nooo...ella no quería decir eso.
Ella tenía que decirle que le había dicho que si a Marcos. Que no iba volver. Que estaba cansada de sus ausencias...
Que se casaba con otro..
Pero que no podía dejar de pensar en él.
- Te lo estoy pidiendo. Ven!!!
viernes, 24 de abril de 2015
miércoles, 1 de abril de 2015
quieres casarte conmigo?
- Si prefieres nos vamos a otro sitio...- dijo Alberto acercándose a ella
Andrea, demasiado acostumbrada a sus inseguridades, no podía evitar compadecerse de aquel hombre.
Era alguien perfecto.
Simpático, inteligente, atento, cariñoso, bondadoso...
Y guapo.
Aún no entendía cómo se había fijado en una mujer como ella.
Y lo tenía allí, esperando una respuesta, inseguro, vulnerable.
- Sí, gracias, me gustaría dar un paseo...tienes tiempo?
Se sentía asfixiada.
- Sabes que siempre estoy disponible para tí - dijo rozando su mejilla con el suave dorso de sus dedos.
Andrea empezó a morderse el labio.
Estaba empezando a dudar de lo que, hasta hacía unas horas, le decía su corazón.
Alberto colgó la bata en un sobrecargado perchero y la ayudó a levantarse.
Realmente su pierna estaba bastante bien. Le habían quitado los dichosos hierros y, aunque dolía en algunos momentos, la funcionalidad estaba bastante bien conservada y , el dolor, controlado.
Pero que un hombre como aquél te sujetara por la cintura...
Se dejó conducir por el pasillo impregnado a desinfectante sin decir nada.
Pensaba.
Sentía.
En las últimas semanas su vida se había convertido en una continua oleada de confusos sentimientos.
Carlos, su Carlos, le había dicho que la echaba de menos.
Y se lo había dicho mirándola a los ojos como sólo él podía hacerlo.
No le había dicho más.
Para ella, en ese momento, había sido suficiente.
Pero después se había ido.
Había dejado el silencio de siempre. La angustiosa espera. El sinfín de miradas a la pantalla de aquel móvil que no se daba por aludido.
Aquello la mataba.
Alberto, en cambio, estaba más cerca de ella que nunca.
La acompañaba en sus citas de fisioterapia, la ayudaba en casa, la escuchaba, la aconsejaba...
Donde estaba Carlos?
Al abrir las puertas del centro, la suave brisa que recorría aquella mañana, le apartó el rebelde mechón de sus ojos.
Alberto la miraba embelesado.
Estaba totalmente enamorado de ella.
La quería con él...para siempre.
Se paró en seco y hundió su mano entre las suyas.
- Andrea...lo siento...no tenía previsto hacerlo así.
Alberto, como en las manidas películas que a ella tanto le gustaban, dejó caer la rodilla en aquella abarrotada calle del centro de la ciudad.
- Andrea...quieres casarte conmigo?
Andrea, demasiado acostumbrada a sus inseguridades, no podía evitar compadecerse de aquel hombre.
Era alguien perfecto.
Simpático, inteligente, atento, cariñoso, bondadoso...
Y guapo.
Aún no entendía cómo se había fijado en una mujer como ella.
Y lo tenía allí, esperando una respuesta, inseguro, vulnerable.
- Sí, gracias, me gustaría dar un paseo...tienes tiempo?
Se sentía asfixiada.
- Sabes que siempre estoy disponible para tí - dijo rozando su mejilla con el suave dorso de sus dedos.
Andrea empezó a morderse el labio.
Estaba empezando a dudar de lo que, hasta hacía unas horas, le decía su corazón.
Alberto colgó la bata en un sobrecargado perchero y la ayudó a levantarse.
Realmente su pierna estaba bastante bien. Le habían quitado los dichosos hierros y, aunque dolía en algunos momentos, la funcionalidad estaba bastante bien conservada y , el dolor, controlado.
Pero que un hombre como aquél te sujetara por la cintura...
Se dejó conducir por el pasillo impregnado a desinfectante sin decir nada.
Pensaba.
Sentía.
En las últimas semanas su vida se había convertido en una continua oleada de confusos sentimientos.
Carlos, su Carlos, le había dicho que la echaba de menos.
Y se lo había dicho mirándola a los ojos como sólo él podía hacerlo.
No le había dicho más.
Para ella, en ese momento, había sido suficiente.
Pero después se había ido.
Había dejado el silencio de siempre. La angustiosa espera. El sinfín de miradas a la pantalla de aquel móvil que no se daba por aludido.
Aquello la mataba.
Alberto, en cambio, estaba más cerca de ella que nunca.
La acompañaba en sus citas de fisioterapia, la ayudaba en casa, la escuchaba, la aconsejaba...
Donde estaba Carlos?
Al abrir las puertas del centro, la suave brisa que recorría aquella mañana, le apartó el rebelde mechón de sus ojos.
Alberto la miraba embelesado.
Estaba totalmente enamorado de ella.
La quería con él...para siempre.
Se paró en seco y hundió su mano entre las suyas.
- Andrea...lo siento...no tenía previsto hacerlo así.
Alberto, como en las manidas películas que a ella tanto le gustaban, dejó caer la rodilla en aquella abarrotada calle del centro de la ciudad.
- Andrea...quieres casarte conmigo?
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