miércoles, 30 de julio de 2014

la búsqueda

Soy demasiado egoista?
No lo creo...
Buscar la felicidad, tal como dicen todas las guias de autoayuda, conocerse a sí mismo, buscar para qué estamos en este mundo, qué sabemos hacer...qué nos hace vibrar y fundirnos con el resto del universo...
Andrea había pasado por todo aquello...después de sentirse despreciada y humillada por aquel hombre...hacía tiempo pero siempre volvía el dolor ...periódicamente...
Había logrado ignorar su impulso de auto mutilación tras aquel fallido y ridículo intento de la playa -algo de lo que nunca había hablado con nadie - y había conseguido consolidar una rutina de seguridad y confianza en su vida...
Hasta ahora.
Había jugado a mantenerse aséptica, intocable, limpia de sentimientos...y de dolor.
Sin embargo, Carlos , como la continua e incesante gota que es capaz de horadar la firme roca, había abierto una grieta en su perfecta burbuja de cristal.
Su objetivo, su búsqueda sesgada de la felicidad, se estaba perfilando alrededor de ese hombre.
Se había convencido de que era una buena mujer, una buena persona, alguien que no tenía que esperar nada de nadie, alguien que merecía coger de este mundo todo aquello que la ayudara a ser feliz, a conquistar su particular paz interior...
Y ahora, cuando por fin estaba a punto de desnudar su alma...un fantasma del pasado amenazaba con devolverla a las inseguridades y los miedos.
Estaba dispuesta a eso?
No. Claramente, no.
Pero esa mujer, Patricia, era tan...perfecta.
Le resultaba difícil evitar la comparación.
Le resultaba más difícil aún no salir derrotada al hacerlo.
Había leído en alguna ocasión el gran error que suponía caer en eso, comparaciones absurdas de nuestro yo con cualquier otro. Cada uno es especial, cada mente está diseñada para algo, cada cuerpo posee una fortaleza...
Pero allí estaba.
Comparándose y autoculpándose por ello.
La vida no era fácil. Hubo un tiempo en el que pensó lo contrario, pero eso había quedado atrás.
Ahora sabía que tenía que luchar por subir cada peldaño.
Pero ya había dibujado su camino.
Tenía que hacerlo.

sábado, 26 de julio de 2014

Una luz...

- Cómo te va con Patricia?
Lo dijo justo cuando Carlos se giraba para irse.
No pudo evitarlo. Lo había ensayado demasiadas veces en su cabeza. Tenía que soltarlo. Tenía que saberlo.
Carlos tardó en buscar las palabras. Hablar de ella con ... ella. Se sentía incómodo, violento. Era como un niño pillado en plena travesura.
Pero él ya hacía mucho que dejó de ser niño.
Y, lo que era peor aún, aquello distaba mucho de ser un juego para él.
- Bien, muy bien....- dijo casi sin atreverse a mirarla a los ojos
- Parece una mujer estupenda...
Andrea quería parecer indiferente. Un necesario disfraz para ocultar el fuego que hacía días la estaba quemando por dentro.
- Lo es...
Carlos intentó tragar saliba. Notaba la boca seca. Quería terminar aquella conversación.
- No me habías contado nada de ella...- dijo sin darle tiempo a marcharse - Pensaba que lo sabía casi todo de tí...
Intentó reir. Se sintió ridícula. Lo suyo nunca había sido el teatro.
- Para serte sincero, Patricia pertenecía a una etapa de mi vida que creía cerrada.
Cogió aire entendiendo que no saldría de allí sin una mínima explicación.
- Me sorprendí mucho cuando me llamó después de tanto tiempo.
- Pareces feliz - intervino Andrea notando la incomodidad en su mirada evasiva
- Lo soy...Patricia ha sido alguien muy importante en mi vida...hace tiempo hubiese dado mi vida por ella...
-  Ahora no?
Aquella voz le cogió desprevenido. No había oido pasos. Miró a Andrea y comprendió que había estado demasiado cerca de meter la pata.
Patricia había entrado en su vida sin pedirle permiso. Había usado la llave que él no le había conseguido arrebatar y se intentaba acomodar de nuevo en su corazón.
Él no podía decir que no se sintiese halagado por aquello.
Era ella, la mujer que le había roto sus sueños, la que quería estar de nuevo en su camino para ayudarle a construir unos nuevos.
Pero no había decidido aún cuáles eran sus sentimientos.
Andrea, en cambio, había llegado sin querer. Un encuentro no buscado. Una necesidad tan hermosa como difícil de explicar...
Un irónico y estúpido juego en el que él no sabía a quien confiar sus fichas.
Se colgó una sonrisa y buscó a Patricia.
Andrea la miró retante.
Había oido lo suficiente...
El pasado no iba a arrebatarle su presente.
Ella no iba a permitírselo

viernes, 25 de julio de 2014

Equivocados

Se sucedieron los días.
El silencio que no era capaz de romper se reía de ella.
- Andrea, espera un momento...
Notó como algo volcaba dentro de su pecho. Un cambio de ritmo en el martillear de sus latidos. Uff! Esa voz la reconocería en cualquier parte.
Andrea, como era habitual en su forzada y nueva rutina, había llegado la primera y se dirigía a su consulta. El sonido de sus tacones era lo único que llenaba el acristalado pasillo. Fuera, en el mal aprovechado patio, un árbol de ramas muertas la miraba desde la distancia. Hubiera jurado que la entendía...
Sin embargo, no era el único que la observaba.
Carlos estaba sentado junto al mostrador de admisión. Escondido tras uno de los monitores, arreglaba los cambios de agendas de última hora.
Siempre pasaba lo mismo.
Siempre algún incidente.
Observó cómo Andrea apareció por la puerta trasera. Estaba preciosa con aquel vestido ajustado que tanto resaltaba su estilizada figura. Llevaba el pelo recogido y un color demasiado atrevido perfilaba sus labios.
Y sin embargo...
Tenía que hablar con ella. La había evitado desde que Patricia reapareció en su vida.
No sabía qué decirle.  Tenía miedo a quedarse sin palabras.
Era cierto que nada había pasado entre ellos. Eran amigos, quizás muy buenos amigos, pero nada más.  Él sentía por ella una especie de complicidad, de atracción,  que no había sentido antes por nadie...excepto por Patricia, claro. Pero Andrea, en cambio, no parecía compartir esos sentimientos.
Para ella, él no pasaba de ser un tipo agradable, uno de los muchos que seguro que había en su vida...Eso, al menos, creía él.
Sin poder sujetar las palabras, el nombre de ella salió de su boca.
Andrea se detuvo justo antes de abrir su consulta. Esperó un segundo a que sus latidos se frenasen y luego se giró buscando su voz.
Un escalofrío atravesó su espalda y notó cómo su corazón empezaba a  acelerarse de nuevo.
"Pensaba que estaba superado", se dijo a sí misma, " cómo me haces esto, corazón?"
Permaneció inmóvil en la pequeña sala de espera mientras disfrutaba de la  excitante imagen de aquel hombre acercándose.
- Buenos días,  Carlos, no sabía que ya habías llegado...
Carlos se detuvo junto a ella. Podía percibir su aroma. Podía ver el ritmico movimiento de su pecho, el latir de la sangre flueyendo por su cuerpo. Se excitó al ver los labios entreabiertos, como esperando ser besados...
Forzando a su instinto al retroceso, se apartó de ella y la ayudó a abrir la puerta.
- Es que tenía que arreglar unas cosillas...Félix se ha puesto enfermo y he tenido que repartir su agenda entre todos...No he podido hacer otra cosa
- No te preocupes, haremos lo que se pueda...le pasa algo grave?
Y perdieron ambos los minutos que siguieron.
Ella pensando en abrazarle.
Él deseando besarla.

miércoles, 23 de julio de 2014

Una ventana para Andrea: Esconderse

Una ventana para Andrea: Esconderse: Andrea estaba irritada. Irritada con Carlos, irritada con esa nueva amiga, irritada con el mundo....pero, básicamente,  irritada con ella m...

Esconderse

Andrea estaba irritada.
Irritada con Carlos, irritada con esa nueva amiga, irritada con el mundo....pero, básicamente,  irritada con ella misma.
Habían pasado varios días desde que conociera a aquella mujer y, desde entonces, nada había ido como ella había imaginado.
La tal Patricia, no sólo era una barbie último modelo, delgada, deslumbrante y hermosa, sino que también brillaba por dentro.
Eso la molestaba.
Le molestaba la perfección de aquel ser y, lo que más le escocía, le molestaba notar ese sentimiento similar a la envidia al que ella no estaba para nada acostumbrada.
Los días que siguieron  intentó, con sorprendente éxito, no cruzarse en el camino de su jefe.
Empezaba la consulta la primera, evitaba el desayuno, se escabullía realizando avisos domiciliarios...
Él no parecía percatarse de su alejamiento.
Le oía hablar con los compañeros en los pasillos, veía su moto vigilando la entrada del centro, escuchaba su risa ...
Pero nada.
Alguna vez, Patricia había asomado la cabeza por su consulta y la había invitado a un café.  Evidentemente nunca aceptó. Creía que no podría soportarlo.  Entonces, barbie se despedía con una sonrisa de cuento y la animaba a relajarse un poco en el trabajo.
- Tienes que tener tiempo para despejarte...hazme caso, te sentaría muy bien.
- Lo sé, no te preocupes, prometo aceptarte un café otro día...es que hoy estoy muy liada...
Ella los veía alejarse al final de la mañana desde la ventana de su consulta.
Carlos, que hasta ahora siempre era el último en irse, ahora parecía tener muy  buenas razones para vivir otra vida.
Era lo justo, lo lógico.
Pero...por qué no se acercaba a hablar con ella?, por qué no se había molestado en preguntarle si tenía algún problema?
Sabía muy bien que no tenía que esperar que la vida se fuese desarrollando según la trágica novela que ella se inventaba. Lo había leído en muchos manuales de autoayuda y se lo había explicado a un sinfín de pacientes.
- Si quieres algo en la vida..lucha. Si sientes dolor...comunícalo. Si sientes rabia...libérala. Pero no esperes que nadie sepa lo que sientes si tú te empeñas en aislarte...
Y eso estaba haciendo.
Se estaba dejando hipnotizar por la amarga fragancia del amor fracasado, regodeándose en el dolor de la herida a la que ella, diariamente, regaba con un poquito de sal...
Suspiró mientras aquella otra mujer se aferraba a la cintura de su compañero.  El motor se puso en marcha y pudo imaginar cómo sus cuerpos se acercaban, cómo él podía notar el latido fuerte del corazón sobre su espalda, cómo ella apoyaba la mejilla sobre sus hombros...
Lo aceptaba.
Era una mala persona.

jueves, 17 de julio de 2014

Patricia

- Buenos días,  Andrea
Andrea había sobrevivido a las dos primeras horas de consulta. Nada mejor como escuchar a los demás para darse cuenta de lo estúpidos y simples que eran sus problemas.
Ahora, sentada en la esquina del bar, saboreaba su desayuno mientras ojeaba las páginas del periódico local. Un artículo a doble hoja hacía un recorrido bastante detallado de la vida de los recién coronados reyes y, lo que era más importante para alguien ajeno a políticas y banderas,  en breve harían un viaje por las desérticas y soleadas tierras de la provincia.
" Al final conseguirán que esto se llene de turistas...", pensaba sin dejar de mirar las fotos de aquella pareja sonriente que saludaba desde un balcón.
Arrancó las pupilas de las confluentes líneas del diario para buscar esa esperada voz.
Un brillo demasiado fugaz le encendió la mirada.
De pie, junto a una de las sillas que rodeaba su mesa, estaba él....
Pero no estaba solo.
- Buenos días,  Carlos - dijo con voz demasiado nerviosa
- Tengo que presentarte a alguien ...
Carlos se giró ligeramente para que aquella mujer quedará en primer plano.
Andrea no pudo contener una nociva mezcla celos y envidia.
Junto a él, un ángel disfrazado de mujer la miraba retante.
- Me llamo Patricia - se adelantó aquella aparición - Carlos me ha hablado mucho de ti.
Andrea simuló sorpresa.
- Encantada...
Se acercó y le besó las mejillas con desgana.
- Patricia es una antigua amiga...
- Bueno, yo diría que algo más....- le interrumpió ella aferrándose a su brazo
Andrea supo en ese momento que odiaría a esa mujer.
Carlos, a todas luces incómodo con la situación,  se escabulló de las manos de su acompañante y se dirigió a la barra.
Las dos mujeres le siguieron con la mirada.
Un silencio camuflado por el jaleo de la multitud envolvió la escena.
Patricia, experimentada como protagonista, tomó las riendas.
- Un hombre estupendo...tienes suerte de ser su amiga..
- Lo sé..
La música, el entrechocar del cristal y porcelana, las risas, los comentarios frugales...
Y él, ella...ellos.

domingo, 13 de julio de 2014

Y llegó ella...

Para Carlos, en cambio, el fin de semana había ido demasiado deprisa.
Había ansiado tanto aquel momento...
El momento de decirle todo el daño que le había hecho, de mantener con ella todas esas conversaciones que nunca vieron la luz, de confesarle todo lo que había luchado por olvidarla, y de enorgullecerse con todo lo que había conseguido sin ella...
Y todo, absolutamente todo, se le había olvidado al verla.
El tiempo, en un tortuoso e improvisado bucle, le había llevado años atrás. Le había puesto delante de la mujer a la que entregó sus sueños.  Delante de la misma mujer que, sin ningún remordimiento, se los había tirado todos a la basura.
Pero ella, perfecta y feliz, no se lo permitiría.
Le contó que la vida le había enseñado muchas cosas, que había trabajado mucho y muy duro, que había viajado y conocido a demasiada gente, que había conquistado todas sus metas...
Sin embargo, le echaba de menos...
Carlos no podía creerlo.
Aquella mujer, tan inocentemente despiadada con él...le echaba de menos.
Cómo debía reaccionar a aquello ?
Pasaron el fin de semana demasiado juntos.
Pasearon por una ciudad desconocida para ella, visitaron hermosas playas, compartieron curiosidades y sorpresas...
Pero no se permitió a sí mismo caer en el sexo, aunque si era sincero, su cuerpo se lo exigía cada vez que ella le rozaba, le susurraba o, simplemente, le miraba. El deseo de aquella piel le nublaba los sentidos. Soñaba con acariciarla, con besarla, con olerla...Una opresión incómoda en su entrepierna que sólo conseguía aliviar cuando ella se alejaba y él recurría a los juegos de adolescentes...
Tenía que hacer algo.
No estab preparado para aquello.
Que ella entrase en su vida...ese no era el plan. Al menos, no ahora.
Y entonces...por qué sólo podía pensar en ella?

viernes, 11 de julio de 2014

Donde estás?

El lunes llegó demasiado tarde para Andrea.
Había pasado de la humillación al miedo, de la rabia a la desesperación.
Qué habría pasado con Carlos?
Aunque se había prometido a sí misma no volver a sentir dolor por ningún hombre, y de eso hacía ya bastante tiempo, siempre caía en esa especie de juego en el que las peores cartas tenían su nombre.
Era indignante.
Una mujer como ella tenía que comportarse de otra manera.
Aparcó el coche justo frente a la puerta del centro.
Miró la acera del otro lado de la calle. No había llegado. Su moto no estaba allí.
Cogió todo el aire que le permitieron sus pulmones y lo dejó escapar despacio.
Necesitaba tranquilizarse, pensar.
Entró directamente a su consulta. No tenía ganas de hablar con nadie. Tampoco de escuchar.
Abrió la puerta y se preparó para vivir las vidas de sus pacientes.
Como todos los lunes, una agenda repleta de nombres apareció en el monitor.
Consultó su reloj.
Las ocho y cuarto.
Él no la había llamado...
Y si no lo hacía? Y si no lo veía ? Y si no hablaba con ella ?
Un incómodo temblor sacudía su cuerpo.
Tenía que ocupar su mente en algo. Tenía que olvidarse de todo eso que la incomodaba. Tenía que dejar de ser ella.
Apretó los párpados y, antes de poder contenerlas, unas lágrimas demasiado cobardes para luchar, se dejaron caer por sus mejillas.
Nunca cambiaría. Lo sabía.
Tendría que asumirlo tarde o temprano.
Ser tan...pasional, no sólo la hacía llorar. También la había hecho vibrar de deseo y temblar de placer.
Sí. Ella era así.
Puede que se hubiese vuelto a equivocar...pero estaba segura de que volvería a levantarse.

miércoles, 9 de julio de 2014

- Hola
Aquella voz...
Carlos había llegado pronto a su cita. No había descansado bien durante la noche. Demasiados recuerdos tratando de salir de golpe del viejo baúl donde él los había enterrado hacía años. Demasiado rencor. Demasiadas preguntas.
Por qué aparecía ahora ?
Había quedado con ella en un bar cerca de su casa. Era un sitio tranquilo, de diseño moderno, con grandes ventanales y cómodos asientos de piel sintética.
La camarera se acercó sonriente.
- Qué va a ser ?- Dijo sujetando el pequeño bloc de notas con una mano y el bolígrafo con la otra.
- Estoy esperando a alguien...-  murmuró Carlos sin demasiada convicción.
- Ah, no pasa nada, vendré luego...
La camarera volvió a alejarse en silencio dejándolo con la única compañía de sus pensamientos.
Una voz femenina le reprochaba algo a su amante...
Qué triste coincidencia!
- Molesto?
No la había oido llegar. Buscó el origen de aquellas palabras...y la encontró a ella.
Estaba hermosa. Más aún de lo que él recordaba...y eso le dolía.
De repente se dió cuenta de que todo el tiempo que había dedicado a olvidarla, a culparla, a odiarla...todo ese tiempo, había sido tiempo perdido.
Ahora estaba allí, radiante, perfecta. Unas pequeñas arrugas impregnaban de carácter un rostro demasiado dulce para ser cruel.
Carlos se incorporó sin poder dejar de mirarla.
Llevaba un ajustado vestido negro con alegres flores rojas enroscándose a su cintura. El pelo rubio, rizado, recogido de forma irregular enmarcaba sus perfilados ojos azules.
- Estás igual que siempre...- dijo mientras le dejaba un par de besos en las acaloradas mejillas.
- Bueno, algo mayor...tú, en cambio, estás ...genial
Se irritó al oirse decir aquello. Era como retroceder en el tiempo. A un tiempo donde ella lo eclipsaba por completo.
- Tu siempre tan halagador,  Carlos.
La mujer que antes le reprochaba a su amante, dejó paso a la voz rota de un cantante sudamericano...
A quien quiero mentirle?
Por qué quiero fingir que te olvidé?


viernes, 4 de julio de 2014

Cambiar. ..

Andrea estaba harta de todo.
Harta de esperar finales de cuento. Harta de confundir príncipes azules con sapos de lengua rasposa. Harta de esperar la frase adecuada de la persona equivocada...
Por qué tardaba tanto en aprender las lecciones?
Lo que la indignaba era esa capacidad suya para caer siempre en la misma trampa.
Ahora hubiese jurado que él sentía algo por ella.
Carlos era distinto de todos los hombres con los que había estado. No es que fuesen muchos, no era eso. Ella nunca había sido una rompecorazones. Pero tenía que admitir que algo creía saber del amor...¿ o era del sexo ?.
Y él había conseguido que se olvidara de sus miedos y desnudara su corazón.
Sin embargo, aquella tarde...
Lo notó frío,  distante, como si estuviese deseando deshacerse de ella...
Uff!
Por qué le tenía que pasar a ella?
Estaba claro que todo había sido producto de una imaginación adolescente.
Si todo a su alrededor era capaz de madurar...
Andrea se sentó en la cocina frente a su triste cuenco de cereales con yogurt.
Lo que tenía que hacer para mantener el tipo...
Removía el contenido sin prestarle atención.  Sólo tenía curiosidad por lo que estaría haciendo él.
Estaba decidida a acabar con aquello.
Tenía que hacerlo.
El lunes hablaría con él. Qué podía pasar?
A lo largo de su vida se había dado cuenta de que su capacidad para la humillación no tenía limites. Eso la indignaba. Pero ahora tenía que aprovecharse de eso y confesarle lo que llevaba tiempo intentando decirle...
Lo peor sería el rechazo.
No.
Lo peor sería perderlo. Perder esos momentos de buscada complicidad, de risas, de confesiones...
Eso le dolería demasiado.
Desde una oscura terraza, Carlos miraba las estrellas.
Era algo hermoso el universo, las estrellas...
Qué estaría haciendo ella?
En quién estaría pensando Andrea?

miércoles, 2 de julio de 2014

Por qué me pongo triste cuando te vas?

Carlos se sirvió una copa del vino de oferta que había adquirido en el supermercado de la esquina. Nunca había entendido nada de eso. Era de los que ponía refresco de limón a cualquier tinto que le ofrecieran...la cuestión era que le resultase refrescante...
Sujetó el cristal entre los dedos y lo movió hasta hacer girar el líquido rojizo en su interior. Se acercó el borde a su nariz en un intento de imitar a sus expertos amigos catadores de vinos.
Nada.
Posiblemente la culpa era del vino...
Si hubiese comprado el caro...
Se dirigió a la terraza y se sentó en la única silla que aún tenía su cojín de rayas.
Era una bonita noche.
Probó el tinto y se alegró de notar cómo se humedecía su garganta.
" Pues no está malo..." se dijo mientras cerraba los ojos y se esforzaba por recuperar algunos recuerdos.
" Dime porqué siempre me pongo triste cuando te vas..."
Recordaba aquello.
Era el inicio de una carta que nunca debió escribir. Una confesión a la persona equivocada.
Patricia era su amor de instituto, de universidad, de su vida.
Al menos, así lo sentía él en aquella época.
Acababan de terminar la carrera y querían iniciar una nueva vida juntos. Todo parecía estar bien. No les sobraba el dinero, pero tampoco necesitaban demasiado. Trabajaban duro y se veían mucho menos de lo que deseaban...
Para compensarlo, llenaban sus encuentros de pasión, de fantasía,  de sueños por construir.
Un día llegó a casa demasiado temprano.
No debía estar allí. Pero...
Patricia guardaba sus cosas en una maleta que él no reconocía.
No quería hablar. No quería justificar una decisión que, según ella, era la única alternativa posible.
Al parecer, sólo él veía aquella relación como algo hermoso.
Para ella, en cambio, hacía tiempo que dejó de sentir la magia.
Por qué se sentía triste cuando ella se iba?
Porque la amaba...

martes, 1 de julio de 2014

- Pensé que no lo ibas a decir nunca...
Andrea, sentada al otro lado de la mesa, mordisqueaba el sandwich que le servía de almuerzo.
- Pues, ya ves, es cuestión de paciencia - contestó Carlos
- Tengo muchas cualidades,  pero ....la paciencia...mmm...esa no la tengo
Se sentía relajada, cómoda con aquella situación de inesperada complicidad entre ambos.
- Pues debes aprender a tenerla. Lo bueno se hace esperar..
Andrea no pudo evitar sonreirle. Sabía de sobra que tenía toda la razón.
- Bueno...me vas a contar más o tendré que adivinarlo?- continuó ella mientras se limpiaba los restos de pan que le quedaban en la comisura de los labios.
Carlos estaba tecleando su ordenador. Algo en el monitor había captado su atención.
- Algún problema? - quiso saber Andrea notando el cambio en la actitud de su jefe.
- No, no...bueno, es que me temo que voy a tener que cambiar mis planes...
Andrea se acomodó e el asiento. Después del tiempo que llevaba trabajando allí había aprendido a leer más en los silencios de Carlos que en la palabrería de la mayoría de la gente.
- Algún problema ?
- No, de verdad...es que voy a tener visita este fin de semana...- se pasó los dedos entre los oscuros rizos y se quedó con las pupilas fijas en el logo que recorría inútilmente la pantalla de su ordenador.
- Andrea, perdóname, piensa en lo que hemos hablado y, si te parece bien, quedamos el lunes para comentar las dudas...
- Lo pensaré,  aunque no te prometo nada...ya sabes que lo mío es ver pacientes.
Carlos se había puesto de pie y empezaba a quitarse la bata. Estaba claro que la conversación había acabado.
- Descansa el fin de semana...ya hablaremos.
Andrea recogió los restos del almuerzo que habían caído en la mesa.
Salió de aquel despacho con la extraña sensación de no haber dicho todo lo que le hubiese gustado. No le había confesado que la única razón para plantearse aceptar la inesperada propuesta de los jefes supremos, era pasar más tiempo con él. No le había confesado que llevaba días manteniendo conversaciones imaginarias que jamás llegaron a ocurrir...Había demasiadas cosas que empezaba a no decir.
Carlos se sentó de nuevo frente a la pantalla.
No estaba seguro de querer continuar, pero finalmente presionó el botón circular.
Un mensaje solicitando la contraseña de seguridad le dió la bienvenida al sistema.
Buscó el icono que abría su correo electrónico.
Cogió aire.
Ella quería verle...