viernes, 4 de julio de 2014

Cambiar. ..

Andrea estaba harta de todo.
Harta de esperar finales de cuento. Harta de confundir príncipes azules con sapos de lengua rasposa. Harta de esperar la frase adecuada de la persona equivocada...
Por qué tardaba tanto en aprender las lecciones?
Lo que la indignaba era esa capacidad suya para caer siempre en la misma trampa.
Ahora hubiese jurado que él sentía algo por ella.
Carlos era distinto de todos los hombres con los que había estado. No es que fuesen muchos, no era eso. Ella nunca había sido una rompecorazones. Pero tenía que admitir que algo creía saber del amor...¿ o era del sexo ?.
Y él había conseguido que se olvidara de sus miedos y desnudara su corazón.
Sin embargo, aquella tarde...
Lo notó frío,  distante, como si estuviese deseando deshacerse de ella...
Uff!
Por qué le tenía que pasar a ella?
Estaba claro que todo había sido producto de una imaginación adolescente.
Si todo a su alrededor era capaz de madurar...
Andrea se sentó en la cocina frente a su triste cuenco de cereales con yogurt.
Lo que tenía que hacer para mantener el tipo...
Removía el contenido sin prestarle atención.  Sólo tenía curiosidad por lo que estaría haciendo él.
Estaba decidida a acabar con aquello.
Tenía que hacerlo.
El lunes hablaría con él. Qué podía pasar?
A lo largo de su vida se había dado cuenta de que su capacidad para la humillación no tenía limites. Eso la indignaba. Pero ahora tenía que aprovecharse de eso y confesarle lo que llevaba tiempo intentando decirle...
Lo peor sería el rechazo.
No.
Lo peor sería perderlo. Perder esos momentos de buscada complicidad, de risas, de confesiones...
Eso le dolería demasiado.
Desde una oscura terraza, Carlos miraba las estrellas.
Era algo hermoso el universo, las estrellas...
Qué estaría haciendo ella?
En quién estaría pensando Andrea?

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